El Bosque de los Corazones Brillantes
En un reino lejano, existía un lugar mágico conocido como El Bosque de los Corazones Brillantes. Allí, cada criatura tenía un corazón que resplandecía con una luz única, reflejando sus emociones y valores más profundos.
Entre sus habitantes estaban Lía, una pequeña luciérnaga con un corazón amarillo que brillaba con alegría, y Timo, un sabio búho de corazón azul que resplandecía con serenidad. Lía y Timo eran grandes amigos y juntos cuidaban del bosque.
Un día, mientras exploraban, encontraron un rincón oscuro del bosque que nunca antes habían visto. Curiosos, decidieron aventurarse. "¿Qué será este lugar?"- preguntó Lía con una leve inquietud.
"No lo sé, pero hay algo extraño en el aire. Hay que tener cuidado, Lía"- respondió Timo, frunciendo el ceño.
Mientras se adentraban, notaron que los corazones de los demás seres del bosque empezaban a perder su brillo. "¡Debemos hacer algo! ¡Nuestros amigos están en peligro!"- exclamó Lía, sintiéndose ansiosa.
"Es un hechizo"- dijo Timo, recordando las antiguas leyendas. "Un corazón puede perder su brillo si se siente triste o despreciado. Quizás alguien necesita nuestra ayuda"-
Resolutos, decidieron buscar la causa de esta oscurecimiento, y pronto encontraron a Susi, una pequeña ardilla cuyos ojos reflejaban preocupación.
"¿Qué te pasa, Susi?"- le preguntó Lía.
"Mis amigos no quieren jugar conmigo. Dicen que no soy buena en lo que hago y eso me hace sentir mal"- sollozó Susi.
"¡Eso no está bien! Pero nosotros creemos en ti, Susi", dijo Timo con voz firme. "Todos tienen algo especial dentro, incluso si no siempre lo ven"-
Con valentía, Lía y Timo decidieron ayudar a Susi a recuperar su confianza. Organizaron un juego en el que todos estuvieran invitados.
"El bosque está lleno de sorpresas y cada uno aporta algo diferente. Si todos jugamos juntos, nos divertiremos mucho más"- pronunció Lía, excitada.
El día del juego, todos los habitantes del bosque llegaron. Al principio, algunos se mostraron escépticos, pero la energía de Lía y Timo fue contagiosa. Los juegos comenzaron y las risas llenaron el aire.
"¡Miren a Susi! ¡Está ganando!"- gritó Timo mientras Susi, llena de alegría, saltaba y bailaba.
"¡Soy buena haciendo esto!"- gritó Susi, su corazón empezando a brillar de nuevo.
Poco a poco, los corazones de las criaturas comenzaron a iluminarse nuevamente. La luz regresó al bosque, y todos se unieron en un abrazo colectivo.
"Gracias, chicos, por ayudarme a ver mi verdadero brillo. ¡Somos un equipo!"- exclamó Susi, llena de gratitud.
"Así es, Susi, eres más brillante de lo que imaginas", sonrió Lía.
A partir de ese día, Susi y sus amigos comprendieron que, aunque todos somos diferentes, eso es lo que nos hace especiales. Juntos, cuidaron del bosque y se prometieron nunca dejar que la tristeza oscureciera sus corazones.
Y así, en el Bosque de los Corazones Brillantes, las criaturas aprendieron a valorar no solo su luz, sino también la de los demás, y el deseo de ayudar a quien lo necesitara brilla más que nunca.
FIN.