El bosque de los corazones unidos



Había una vez en un pueblo encantado llamado Dulcilandia, donde las nubes tenían un delicioso sabor a algodón de azúcar. En este lugar mágico vivían dos amigos inseparables: Martina y Tomás.

Martina era una niña curiosa y aventurera, siempre lista para descubrir cosas nuevas; mientras que Tomás era más tranquilo y reflexivo, pero igual de valiente. Juntos recorrían los campos de nubes saboreando cada pedacito de algodón dulce que encontraban.

Un día, mientras jugaban en el prado de marshmallows, vieron a lo lejos una nube gigante con destellos brillantes. Intrigados por su aspecto diferente, decidieron acercarse para probarla. Al darle un mordisco, sintieron un sabor amargo y se dieron cuenta de que no era una nube común.

De repente, la nube comenzó a crecer y envolvió a Martina y Tomás en su interior. Cuando lograron salir de ella, se encontraron en un bosque oscuro y desconocido. - ¡¿Dónde estamos? ! - exclamó Martina asustada.

- No lo sé, pero debemos encontrar la manera de regresar a Dulcilandia - respondió Tomás con determinación. Los amigos emprendieron entonces un viaje lleno de desafíos por aquel extraño bosque.

Se enfrentaron a criaturas mágicas y superaron obstáculos con astucia e ingenio. A medida que avanzaban juntos, su amistad se fortalecía aún más. Finalmente llegaron al corazón del bosque donde encontraron a la Reina de las Nubes Amargas, responsable de aquella trampa dulce.

La Reina les explicó que había perdido su alegría y por eso sus nubes habían cambiado de sabor. Con ternura en sus corazones, Martina y Tomás compartieron con la Reina momentos felices vividos en Dulcilandia.

Poco a poco la tristeza abandonó el corazón de la Reina, devolviendo así el sabor dulce a las nubes del pueblo encantado. Agradecida por haber recuperado su alegría gracias a los niños valientes, la Reina les concedió un deseo como recompensa.

Sin dudarlo ni un segundo, Martina pidió volver junto a su familia en Dulcilandia; mientras que Tomás deseó seguir explorando nuevos lugares junto a su mejor amiga.

Y así fue como los dos amigos regresaron sanos y salvos al pueblo encantado tras haber aprendido una valiosa lección: la verdadera magia reside en compartir momentos especiales con quienes más queremos.

Desde ese día en adelante, Martina y Tomás siguieron disfrutando juntos de las aventuras que les esperaban en Dulcilandia; recordando siempre aquel viaje inolvidable donde descubrieron que incluso las nubes amargas pueden convertirse en dulces si se comparten con amor y bondad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!