El Bosque de los Derechos



Era una vez un hermoso bosque llamado el Bosque de los Derechos. En este bosque vivían muchos animales que tenían sus propias necesidades y derechos. Los más destacados eran Nadia, la tortuga; Tito, el travieso conejo; y Lila, la pequeña ardilla. Cada uno de ellos tenía algo muy importante que aprender.

Un día, mientras estaban jugando cerca de un arroyo, Nadia se detuvo y dijo:

"Chicos, a veces siento que no me están escuchando. Me gustaría que me ayudaran a entender mis necesidades."

Tito, siempre inquieto, respondió:

"¿Qué es eso de necesidades? ¡Yo solo quiero saltar y jugar!"

Lila, que siempre había sido muy curiosa, se acercó y dijo:

"Nadia, creo que es importante saber qué necesitas. Todos tenemos cosas que nos hacen sentir bien y otras que nos afectan. ¿Qué pasa si hacemos una lista de nuestras necesidades?"

Nadia, entusiasmada, asintió.

"¡Buena idea! Yo necesito sentirme segura, tener comida y agua, y también necesito amistad. ¿Y ustedes?"

Tito pensó un momento y dijo:

"Yo necesito espacios para correr, saltar y jugar sin miedo. Y también necesito que mis amigos me cuenten si no les gusta algo que hago."

Lila, llena de energía, agregó:

"¡Y yo necesito poder construir mi nido! Pero también quiero que me respeten cuando necesito estar sola."

Mientras los tres hablaban, apareció un sabio búho llamado Don Sabio.

"Hola, pequeños amigos. Escuché lo que estaban diciendo y me alegra que hablen sobre sus necesidades. Pero, ¿sabían que también tienen derechos?"

Los animales, intrigados, miraron al búho.

"¿Derechos? ¿Qué son?" preguntó Nadia.

Don Sabio, aleteando sus alas, explicó:

"Los derechos son las cosas que todos los animales, y las personas, tienen que recibir. Todos tienen derecho a sentirse seguros, a jugar, a tener amigos y a ser escuchados. Pero también es importante respetar los derechos de los demás."

Tito, curioso, preguntó:

"¿Y qué pasa si alguien no respeta mis derechos?"

Don Sabio sonrió con sabiduría y respondió:

"Es importante hablar. Si alguien no respeta tus derechos, puedes decírselo y pedir ayuda. Por ejemplo, si sientes que no puedes jugar donde quieres, habla con tus amigos y explícales cómo te sientes."

Lila, pensativa, dijo:

"Entonces, si digo que necesito un lugar seguro para construir mi nido, mis amigos deben entenderlo, ¿verdad?"

"Exacto, Lila. ¡Así se habla un buen amigo!" respondió el búho.

Motivados por las enseñanzas de Don Sabio, los tres amigos decidieron hacer un juego. Se sentaron en círculo y tomaron turnos para expresar lo que necesitarían y reivindicar sus derechos.

"Yo quiero poder correr y jugar sin que me interrumpan. Y también tengo el derecho a que respeten cuando estoy cansado", dijo Tito con firmeza.

Nadia luego dijo:

"Yo tengo el derecho a elegir a mis amigos y a hablar sobre lo que siento. También quiero que estén ahí para ayudarme en caso de que me sienta triste."

"¡Y yo tengo derecho a un espacio divertido para jugar y crear!" exclamó Lila, emocionada.

A medida que el sol se ponía, los tres amigos continuaron hablando, compartiendo sus sueños y reflexionando sobre la importancia de respetarse mutuamente. Se dieron cuenta de que no solo era fundamental expresar sus necesidades y derechos, sino también escuchar y comprender los de los demás.

De repente, Tito tuvo una gran idea.

"¡Podríamos hacer un cartel en el bosque para que todos recuerden la importancia de nuestras necesidades y derechos!"

Nadia brilló con entusiasmo.

"¡Sí! ¡Todos los animales deberían saber que es importante expresarse!"

Lila sonrió y levantó sus patitas.

"Voy a ayudar con el diseño del cartel. Vamos a incluir unos dibujos de cada uno de nosotros."

Los tres amigos, llenos de creatividad y emoción, corrieron al claro del bosque y comenzaron a trabajar en su gran cartel. Los otros animales del bosque se acercaban curiosos para ver qué sucedía.

Y así, el Bosque de los Derechos se llenó de hermosos dibujos y palabras que recordaban a todos los habitantes la importancia de que sus voces fueran escuchadas y sus derechos respetados. Desde ese día, cada vez que un pequeño animal tenía algo que compartir, recordaba lo que había aprendido Nadia, Tito y Lila: que todos tienen necesidades y derechos, y que juntos siempre pueden encontrar una manera de ser felices.

Fin.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!