El bosque de los Elefantes Enamorados



Había una vez, en un bosque encantado, una cueva mágica donde vivían un rey llamado Argento, una dulce princesa llamada Lía y un grupo de elefantes enamorados: Tino y Luli. La cueva estaba llena de colores brillantes y flores que hablaban, ¡un lugar donde la alegría nunca terminaba!

Un día soleado, Lía se sentó frente a la entrada de la cueva, observando cómo los elefantes jugaban entre sí. Los dos elefantes eran los mejores amigos, pero también estaban muy enamorados.

"¡Mirá Tino! ¡Salta más alto!" - exclamó Luli emocionada, mientras Tino intentaba hacer un salto espectacular.

"Voy a intentarlo, Luli, ¡solo por vos!" - respondió Tino, tomando aire y saltando alto. Sin embargo, en su intento, tropezó con una piedra y cayó de manera divertida.

"¡Ay, Tino! ¡Eres el elefante más gracioso!" - rió Lía.

El rey Argento salió de la cueva, preocupado por el ruido.

"¿Qué sucede aquí, mis pequeños amigos?" - preguntó el rey con una expresión divertida.

"Solo estamos jugando, papá. Pero Tino se cayó de nuevo. ¡Es tan torpe!" - respondió Lía riendo entre dientes.

"A veces, lo que parece una caída puede ser un gran salto hacia algo nuevo" - agregó Argento con una sonrisa.

Lía se sintió pensativa, sabía que en cada tropiezo hay una oportunidad para aprender.

"¿Y si hacemos una competencia de saltos el viernes?" - sugirió Lía. Todos se entusiasmaban.

"¡Buena idea, Lía! Yo les voy a mostrar cómo se hace!" - dijo Tino con confianza.

Días pasaron y el día de la competencia llegó. Todo el bosque estaba invitado y pronto muchos animales vinieron a ver el espectáculo. Argento preparó una gran fiesta con música y comida.

Antes de comenzar, Lía notó que Tino estaba nervioso. Se acercó a él y le dijo:

"Recuerda, Tino, no se trata de ganar, se trata de disfrutar y aprender. ¡Lo importante es divertirse con Luli!"

"Tenés razón, Lía. ¡Gracias! Siempre lográs darme confianza!" - respondió Tino sonriendo.

La competencia comenzó y los elefantes saltaron uno por uno. Tino, que había practicado mucho, finalmente hizo un salto increíble. Luli lo aplaudió con entusiasmo, pero luego llegó el turno de ella.

"¡Voy a darlo todo, Tino!" - afirmó Luli llena de determinación. Hizo un salto elegante y todos quedaron fascinados.

Finalmente, ambos quedaron en empate y el rey Argento se levantó:

"No hay ganadores ni perdedores. ¡Ustedes son los mejores! Lo que realmente importa es que se animaron a intentarlo. Y eso es un gran logro" - dijo Argento sonriendo mientras los animales aplaudían.

El rey Argento, feliz por la unión y la amistad, decidió convertir cada viernes en un día de saltos y risas, donde todos los animales podrían participar, aprender y disfrutar juntos.

Lía, Tino y Luli enseñaron a todos los demás animales que cada caída es una oportunidad para levantarse y seguir intentándolo.

Y así, el bosque encantado siguió lleno de alegría, y los elefantes enamorados eran felices por haberse animado a compartir sus sueños. Esta historia nos enseña que hay que atreverse a probar nuevas cosas y que lo más bonito de la vida es disfrutar de cada momento con aquellos que queremos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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