El Bosque de los Gestos
En un hermoso bosque llamado El Bosque de los Gestos, todos los animales se comunicaban de una manera muy especial: usando gestos. No hablaban como los humanos, pero con una simple movida de la pata o un meneo de la cola, podían expresar lo que pensaban y sentían.
Un día, un pequeño conejito llamado Tito decidió aventurarse más allá de su zona segura. Era curioso y quería conocer más sobre sus amigos del bosque. Mientras saltaba de un lado a otro, vio a su amiga, la tortuga Tina, que parecía muy preocupada.
"¿Qué te pasa, Tina?" - preguntó Tito, saltando cerca de ella.
Tina movió su cabeza de un lado a otro y se puso a señalizar con su pata. Tito observó atentamente los gestos de su amiga: levantaba una pata y la apuntaba a un arbusto, movía la cola como si estuviera nadando y luego hacía un gesto de tristeza con su cara cansada.
"¿Hay una tormenta por venir?" - preguntó Tito, tratando de adivinar.
Tina asintió con la cabeza muy despacio, señalando nuevamente hacia el arbusto.
"¿Necesitas ayuda?" - Tito aplaudió con sus patitas, emocionado por poder ayudar.
La tortuga hizo un movimiento con sus patas como si empujara algo, y Tito entendió que necesitaban mover algo que estaba bloqueando el camino hacia la cueva donde se refugiaban de las tormentas.
Con un gran esfuerzo, Tito y Tina comenzaron a mover el arbusto. Sin embargo, se dieron cuenta de que era mucho más pesado de lo que pensaban.
"¿Y si llamamos a otros amigos?" - propuso Tito, levantando ambas orejas y girando la cabeza con esperanza.
Tina asentó de nuevo, aunque parecía un poco preocupada. Tito se dispersó rápidamente por el bosque, invitando a Suzy la ardilla, a Leo el león y a la morsa Nino. Cada uno llegó a la pradera y, al ver el problema, empezaron a gesticular juntos, formando un equipo de rescate.
Suzy hizo un gesto de rueda y corrió en círculos, animando a todos con su energía, mientras Leo, con su imponente figura, movía sus patas de lado a lado como un gran empujón. Nino, con su fuerza, se puso de un lado del arbusto mientras Tito y Tina empujaban desde el otro.Luego, con un gran esfuerzo comun, lograron mover el arbusto.
"¡Lo logramos!" - gritó Tito, saltando de alegría.
Tina, que se había cansado, sonrió, mientras Suzy daba vueltas en el aire, y Leo rugió de felicidad. Nino hizo un gesto amplio para expresar su orgullo.
Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que luego de mover el arbusto, el cielo comenzó a oscurecerse. Las nubes se arremolinaban, y un fuerte viento soplaba. Nadie en el bosque sabía si la tormenta sería muy fuerte.
"¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Tito con preocupación, mientras observaba las nubes.
La tortuga hizo un gesto bajo, como si buscara una cueva. Los amigos comenzaron a buscar juntos un lugar seguro para refugiarse. Entonces, Leo, con sus patas grandes, comenzó a seguir el camino hacia un lado del bosque fumando con la cola.
Finalmente, encontraron un viejo árbol caído que ofrecía un buen refugio. Allí, todos se apiñaron para protegerse del viento y de la lluvia. Mientras esperaban, comenzaron a hacer juegos con sus gestos, compartiendo historias divertidas y riendo juntos.
Después de un rato, la tormenta pasó, y el sol volvió a brillar. Salieron de su escondite y vieron un hermoso arcoíris que llenaba el cielo.
"¡Miren eso!" - exclamó Tito, señalando con una patita hacia arriba.
Todos los animales se sonrieron y comenzaron a bailar, interpretando una celebración por haber trabajado en equipo y por haber superado la tormenta juntos.
Desde ese día, Tito, Tina, Suzy, Leo y Nino se hicieron los mejores amigos. Aprendieron que a veces las palabras no son necesarias: con un gesto sincero y la voluntad de ayudar, se pueden hacer grandes cosas.
El Bosque de los Gestos se convirtió en el lugar donde todos los animales se entendían sin hablar, simplemente usando su cuerpo para expresar amor y amistad. Entre risas, juegos y gestos, Tito y sus amigos hicieron del bosque un lugar aún más especial, donde cada gesto significaba una nueva historia llena de aventuras.
Y así, todos los días, los animales del bosque se seguían comunicando en una melodiosa danza de gestos, recordando siempre que unidos, podían lograr cualquier cosa.
FIN.