El Bosque de los Miedos
Había una vez, en un bosque alejado y lleno de árboles altos, una niña llamada Lola. Lola era valiente, pero a veces, su imaginación le jugaba malas pasadas. Le aterrorizaban los monstruos que decía que vivían en el bosque. Un día, decidida a dejar sus miedos atrás, decidió aventurarse en el bosque a buscar su juguete favorito que había perdido: un pequeño oso de peluche llamado Pipo.
Mientras caminaba, Lola escuchó un ruido entre los arbustos. Su corazón empezaba a latir más rápido.
"¿Quién está ahí?" - gritó temblando, aunque en el fondo deseaba que no hubiera respuesta.
De repente, un monstruo apareció de entre los árboles. Era un ser grande, animal y con grandes ojos. Pero, en lugar de asustarse, Lola se dio cuenta de que el monstruo tenía una expresión triste.
"¡Hola!" - dijo el monstruo con voz suave. "No te asustes, soy Bruno, solo estoy buscando amigos."
"¿Pero no eres un monstruo?" - preguntó Lola, sorprendida.
"Bueno, sí, soy un monstruo, pero eso no significa que sea malo. Todos tienen miedos, incluso los monstruos."
Intrigada, Lola decidió hablar con Bruno.
"¿Qué tipo de miedos tienes?" - preguntó.
"Tengo miedo de ser solo, de que nadie quiera jugar conmigo. A veces, la gente me ve y se asusta sin conocerme."
Lola comprendió que, a pesar de ser un monstruo, Bruno también tenía sentimientos.
"Yo también tengo miedo, pero estoy tratando de ser valiente. Estoy aquí para buscar a mi oso de peluche, ¿quieres ayudarme?"
"¡Claro!" - respondió Bruno "¡Puedo oler la dulzura de tu oso! Vamos juntos a encontrarlo."
Mientras buscaban, comenzaron a narrarse sus historias. Lola le contó a Bruno sobre su escuela y sus amigos; y Bruno le habló de cómo ayudaba a los animales en el bosque.
Después de un rato, llegaron a un claro donde había un árbol grande y frondoso.
"Creo que tu oso está ahí arriba" - dijo Bruno, apuntando con su enorme mano. Lola miró con preocupación.
"Pero... no puedo subir tan alto."
"No te preocupes, ¡yo te ayudaré!" - responde Bruno, y con mucho cuidado, levantó a Lola.
Una vez arriba, ¡allí estaba Pipo! Lola sintió una gran emoción al ver a su oso de peluche.
"¡Lo encontré! ¡Gracias, Bruno!"
"¡Me alegra mucho! Ahora ya no tienes miedo, ¿verdad?" - Bruno sonrió.
Lola, emocionada, abrazó a Pipo.
"Y ahora tampoco tengo miedo de ti. Me di cuenta de que ser diferente no hace a nadie malo."
"Exactamente, todos tenemos nuestros miedos y eso nos hace especiales." - dijo Bruno, con su corazón lleno de alegría.
A partir de ese día, Lola y Bruno se convirtieron en grandes amigos. Lola prometió regresar al bosque y jugar con Bruno, mientras que Bruno, a su vez, se prometió ayudar a más criaturas del bosque a superar sus propios miedos.
Así, el Bosque de los Miedos se transformó en un lugar donde las diferencias se aceptaban y los miedos se enfrentaban juntos. Y aunque a veces el miedo aparecía, Lola y Bruno se recordaban mutuamente que, en compañía, podían superar cualquier cosa, y que los monstruos no siempre son lo que parecen.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.