El Bosque de los Misterios y la Amistad
En un pequeño pueblo, un grupo de amigos: Sofía, Lucas y Tomi, decidieron explorar el bosque que estaba al final de su calle. Era un lugar del cual todos hablaban en susurros, ya que se decía que en lo profundo de sus sombras habitaban cosas extrañas.
Con mochilas llenas de provisiones y sus linternas en mano, los niños se adentraron en el bosque. El sol brillaba alegremente al principio, pero a medida que avanzaban, las sombras se alargaban y el aire se tornaba fresco y misterioso.
"¿No les parece que este lugar se siente un poco raro?" - dijo Lucas, mirando hacia los árboles que parecían moverse al compás del viento.
"¡Vamos! Solo son historias" - respondió Sofía, intentando sonar valiente.
"Pero a mí me gustan las historias..." - murmuró Tomi, un poco más asustado que los demás.
Mientras exploraban, de repente encontraron una cabaña cubierta de hiedra y con una puerta crujiente que parecía invitar a los niños a entrar.
"¿Entramos?" - preguntó Sofía.
"No sé, ¿y si hay alguien adentro?" - replicó Lucas.
"Solo un vistazo, prometo que no tardamos" - insistió Tomi, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.
Juntos empujaron la puerta, que se abrió con un chirrido revelando un interior oscuro. En el centro de la habitación había una mesa llena de extraños frascos. En ese momento, una figura apareció del sombrío rincón: era una bruja, con un gorro puntiagudo y una expresión malhumorada.
"¡Vaya, vaya! ¡Niños curioseando de más!" - exclamó la bruja, con una voz ronca.
"¡Lo siento! Solo queríamos ver..." - tartamudeó Lucas.
La bruja los miró con sus ojos afilados y, para sorpresa de los niños, en lugar de asustarlos, les sonrió levemente.
"Me llamo Esme, y no soy tan mala como dicen. Solo no me gusta que me molesten. ¿Qué quieren?" - preguntó, volviendo a su voz seria.
Sofía, valiente, dio un paso adelante.
"Nos gustaría saber de los frascos. ¿Qué hay dentro?"
La bruja se encogió de hombros.
"Son pociones. Pero no se atrevan a tocarlas, ¡tienen efectos inesperados!"
Justo cuando estaban a punto de preguntar más, un fuerte ruido salió de afuera. La puerta se abrió y entró una extraña criatura, era un pequeño dragón de colores brillantes pero con alas rotas.
"¡Ayuda!" - gritó el dragón, temblando.
"Pero, ¿qué te pasó?" - preguntó Tomi.
"Me perdí y ahora no puedo volver a mi hogar. Pero nadie me quiere ayudar porque..." - el dragón bajó la cabeza triste.
La bruja suspiró y se cruzó de brazos.
"Siempre que alguien viene a pedir mi ayuda, nunca lo hacen por compasión. Solamente piensan en sus propios deseos. Pero estos niños, parecen diferentes".
Sofía, Lucas y Tomi se miraron.
"Podemos ayudarte" - dijeron al unísono.
"Sí. Te ayudaremos a encontrar tu casa" - añadió Sofía, decidida.
"¡No pueden! Tendrán que pasar varios obstáculos y..." - empezó a decir la bruja, pero antes de que pudiera terminar, los niños ya estaban en acción.
A lo largo de su aventura, enfrentaron diferentes retos: atravesaron un pantano espeso, escalaron colinas empinadas y resolvieron acertijos de criaturas del bosque. Pero lo más importante, aprendieron a trabajar en equipo y a valorarse entre ellos.
Después de un largo día, llegaron a una montaña, justo a tiempo para ver el último rayo de sol iluminando una cueva. Dentro, había un resplandor dorado, el hogar del dragón.
"¡Mi hogar!" - gritó el dragón, lleno de alegría.
"Lo lograste, ¡sí!") - exclamó Lucas, dándose un abrazo con Sofía y Tomi.
Justo antes de que el dragón volara hacia su hogar, se volvió hacia la bruja, que había seguido a los niños a distancia.
"Gracias por su ayuda. Nunca pensé que unos niños pudieran ser tan valientes".
"¡Vamos, ven con nosotros!" - invitó Sofía, extendiendo su mano al dragón.
La bruja sonrió.
"La bondad que han mostrado hoy ha cambiado mi corazón, han mostrado que la amistad y la valentía pueden cambiar cualquier situación. Tal vez yo también deba cambiar".
Y así, Sofía, Lucas, Tomi y el dragón se hicieron amigos, mientras que la bruja prometió usar sus poderes para ayudar a otros en lugar de hacerles daño. Salieron del bosque, con la certeza de que lo que habían vivido los unió más que nunca, y regresaron a casa con historias que contar y un nuevo amigo por siempre.
"¿Cuándo volveremos a explorar?" - preguntó Tomi emocionado.
"Cuando haya más dragones que rescatar...¡y tal vez una bruja amiga!" - rió Lucas.
Y así, aunque nunca supieron qué sorpresas les esperaba el bosque, aprendieron que juntos podían enfrentarse a cualquier aventura.
FIN.