El Bosque de los Monstruos
Era un día soleado cuando Pedro y Juan decidieron aventurarse en el bosque cercano a su casa. Los ruidos de los pájaros y el susurro del viento los llenaban de emoción. Sin embargo, mientras explorarban, se dieron cuenta de que se habían perdido.
"¿Dónde estamos, Pedro?" - preguntó Juan, mirando a su alrededor, con una pizca de preocupación en su voz.
"No tengo idea, Juan. Pero no te preocupes, podemos encontrar el camino de vuelta. Recordemos por dónde vinimos" - trató de tranquilizarlo Pedro.
Mientras intentaban regresar, los árboles alrededor parecía que murmuraban entre ellos. De repente, un grupo de pequeños monstruos saltó de detrás de unos arbustos. Eran lindos, aunque parecían un poco traviesos.
"¡Hola, amigos! ¿Son nuevos en el bosque?" - preguntó uno de ellos, que tenía grandes ojos y una sonrisa amplia.
"Sí, nos hemos perdido. ¿Sabes cómo podemos volver a casa?" - dijo Juan esperanzado.
"Tal vez, pero primero deben ayudarme a encontrar mi zapatito. Se me cayó mientras jugaba" - dijo el monstruo.
"¡Claro! Nosotros te ayudamos!" - respondió Pedro, decidido.
Los tres comenzaron a buscar por el bosque. Agachándose y mirando bajo las hojas, encontraron cosas extraordinarias: flores que brillaban, piedras que sonaban como instrumentos musicales y hasta un arroyo que cantaba.
Después de un buen rato, finalmente encontraron el zapatito perdido.
"¡Lo encontramos!" - gritó Pedro, levantando el zapatito en el aire.
"¡Gracias, nuevos amigos! Ahora les diré cómo salir de aquí" - dijo el monstruo feliz.
Justo cuando estaban a punto de salir del bosque, un gran rugido resonó entre los árboles. Un monstruo gigante apareció ante ellos.
"¿Quién se atreve a cruzar mi dominio?" - bramó.
Los dos amigos se asustaron, pero se dieron cuenta de que si querían escapar, tenían que enfrentarlo. Así que, con valentía, Pedro dio un paso al frente.
"¡Espera! No venimos a pelear, solo queremos volver a casa" - dijo, tratando de hacerse escuchar sobre el ruido del monstruo.
El monstruo los miró con desdén.
"¿Y qué me darán a cambio? No dejo pasar a nadie sin una razón".
"Te ofrecemos nuestra amistad y prometemos que siempre hablaremos de lo valiente que sos" - intervino Juan, sintiéndose más valiente.
El monstruo se sorprendió. Nadie jamás le había ofrecido amistad. Se quedó en silencio, procesando la propuesta.
"Está bien, me gusta su idea. Pero deben resolver un acertijo primero" – dijo el monstruo, claramente intrigado.
"Dinos, ¿cuál es el acertijo?" - preguntaron al unísono.
"Si logran resolverlo, los dejaré pasar. ¿Qué es lo que corre pero nunca se mueve?" - retó el monstruo.
Pedro y Juan se miraron confundidos. Pensaron en el arroyo que habían escuchado antes.
"¡El agua!" - exclamó Pedro.
"¡Correcto!" - respondió el monstruo, sorprendido.
"Pero no solo el agua, la amistad también corre, llevándonos juntos hacia el futuro" - agregó Juan, recordando su reciente experiencia.
El monstruo sonrió ampliamente por primera vez.
"Los felicito, han pasado mi prueba. ¡Pueden irse! Y, por favor, recuerden, la amistad es lo más importante de este mundo." – dijo mientras se apartaba.
Pedro y Juan se despidieron de los monstruos que habían conocido y, felices, encontraron el camino de vuelta a casa.
"Nunca imaginé que un bosque oscuro pudiera estar lleno de amigos y acertijos" - reflexionó Juan.
"Sí, y eso es lo que hace esto tan especial. Siempre hay algo que aprender y amigos que hacer" - concluyó Pedro.
Y así, con el corazón lleno de alegría y lecciones aprendidas sobre la amistad y el valor, regresaron a casa. Nunca más temieron al bosque, porque sabían que con Valentía y amistad, todos los desafíos se podían superar.
FIN.