El Bosque de los Ojos Brillantes



Había una vez una niña llamada Lila, que vivía en una casa al borde de un frondoso bosque. Sus papás siempre estaban ocupados y, a menudo, no le prestaban atención. Un día, sintiéndose triste y sola, decidió explorar la casa en busca de aventuras.

Mientras buscaba, Lila encontró una puerta en el fondo del armario de su habitación. Era pequeña y de color verde brillante, con un mango dorado. Intrigada, decidió abrirla y, para su sorpresa, se encontró en otro mundo.

Este nuevo lugar era muy parecido al suyo, pero tenía un detalle peculiar: en vez de ojos humanos, todos los seres tenían ojos que brillaban con intensos colores. Lila se quedó maravillada cuando vio a una pequeña criatura con ojos azul cielo que se acercaba.

"¡Hola! Soy Brillo, el guardián de este bosque. ¿De dónde vienes?" - le preguntó la criatura.

"Soy Lila, vengo de un lugar donde las personas no me hacen caso. Quería encontrar una aventura y ahora estoy aquí" - respondió la niña, emocionada.

Brillo sonrió con sus ojos relucientes y le dijo:

"Este mundo es mágico, pero también necesita tu ayuda. A veces, los seres de nuestro bosque se olvidan de compartir y cuidarse entre ellos. ¿Te gustaría ayudarnos?"

Lila aceptó gustosamente. Así, Brillo la guió por el bosque. En su camino, se encontraron con varios personajes, como a Filo, el ciervo que nunca compartía su comida, y a Lucía, el sapo que se sentía solo porque no jugaba con los demás.

"Yo tengo muchas galletas, ¿por qué no las compartimos?" - sugirió Lila, recordando cómo sus papás siempre le decían que compartir era importante.

Filo y Lucía se miraron sorprendidos, pero pronto comenzaron a probar las galletas que Lila había traído. Mientras comían, Lila les contó que, a veces, podía ser difícil sentirse sola, pero que compartir podía ayudar a que todos fueran más felices.

"¡No sabía que compartir podía ser tan divertido!" - exclamó Filo con sus ojos brillantes.

Con el tiempo, Lila organizó juegos y actividades donde todos podían participar. La alegría pronto iluminó el bosque, y los seres de ojos brillantes comenzaron a formar lazos de amistad.

Sin embargo, un día se presentó un gran desafío. Un dragón de nube gris apareció sobre el bosque, lanzando sombras y ensombreciendo la felicidad que había encontrado. Lila, asustada, miró a Brillo y a los demás.

"¿Qué haremos?" - preguntó.

"Debemos unirnos para enfrentarlo. Solo así podemos ahuyentar su sombra y traer de vuelta la luz" - dijo Brillo.

Lila, recordando lo que había aprendido sobre la importancia de la unión y la amistad, salió adelante.

"¡Vamos, amigos! Juntos somos más fuertes. Es momento de mostrarle al dragón que aquí todos compartimos nuestra luz."

Los seres del bosque se unieron, formando una cadena de luz y color. Ellos levantaron sus ojos brillantes hacia el dragón.

"¡Te pedimos que te vayas y no traigas sombra a nuestro bosque!" - gritaron todos juntos.

El dragón, sorprendido por la valentía y la unidad de los seres del bosque, sintió que su corazón se llenaba de luz. Al final, decidió irse, llevándose consigo las nubes grises.

Con el bosque de nuevo iluminado, Lila fue a casa, pero no sin antes agradecer a Brillo y a sus nuevos amigos.

"Volveré pronto para jugar nuevamente y ayudarles. Gracias por mostrarme que, a pesar de estar sola en mi mundo, siempre puedo encontrar la alegría uniendo fuerzas."

De regreso en su casa, Lila se sintió más fuerte y segura. Con el tiempo, sus papás comenzaron a prestarle más atención, y Lila no dudó en compartir sus aventuras en el bosque mágico. Aprendió que al salir y hacer conexiones, podía transformar no solo su mundo, sino también el de los demás.

Desde entonces, Lila siempre tenía una sonrisa en su rostro, recordando que la amistad, la unidad y compartir eran ingredientes mágicos que podían iluminar cualquier sombra. Y así, Lila siguió explorando, tanto en su mundo como en el bosque de los ojos brillantes, sabiendo que siempre habría nuevas aventuras que la esperaban.

FIN.

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