El Bosque de los Recuerdos
Había una vez en un hermoso bosque, un gran oso llamado Bruno. Bruno era el oso más grande y fuerte de todo el bosque, y tenía dos hijos adorables, Osito y Oseta.
Juntos solían jugar, pescar en el río y explorar cada rincón del bosque. Un día, mientras buscaba miel en lo profundo del bosque, Bruno tropezó con una piedra y cayó golpeándose la cabeza.
Cuando se despertó, algo extraño sucedió: ¡había perdido la memoria! No recordaba quién era ni dónde estaban sus hijos. Confundido y asustado, Bruno comenzó a caminar sin rumbo por el bosque. Pasaron los días y las noches, pero no lograba recordar nada.
Mientras tanto, Osito y Oseta lo buscaban desesperadamente por todo el bosque. Un día, Osito encontró a su padre sentado junto a un arroyo mirando fijamente al agua. Se acercó lentamente y le dijo: "-Papá, ¿estás bien? Soy yo, tu hijo Osito.
" Bruno lo miró con confusión en sus ojos y respondió: "-Lo siento pequeño osito, no te reconozco. "Osito sintió un nudo en la garganta al ver que su papá no lo reconocía. Pero decidió no rendirse e intentar ayudarlo a recuperar la memoria.
Junto con Oseta idearon un plan para hacer recordar a Bruno todos los momentos felices que habían vivido juntos.
Durante días enteros, los tres osos recorrieron juntos el bosque visitando cada lugar especial donde habían compartido momentos inolvidables: el árbol gigante donde jugaban a las escondidas, la cueva donde dormían abrazados durante las tormentas y el claro donde bailaban bajo la luna llena. Poco a poco, los recuerdos empezaron a regresar a la mente de Bruno.
Recordaba cómo enseñaba a sus hijos a pescar salmones en el río y cómo construían juntos una cabaña de ramas para refugiarse del frío invierno. La sonrisa volvió a su rostro al darse cuenta de cuánto amaba a sus hijos.
Finalmente, una mañana soleada mientras contemplaban juntos la belleza del amanecer desde lo alto de una colina verde cubierta de flores silvestres; Bruno abrazó fuertemente a Osito y Oseta diciendo: "-Gracias mis queridos hijos por ayudarme a recordar quiénes somos realmente.
" Los tres osos se fundieron en un cálido abrazo familiar lleno de amor y complicidad.
Desde ese día en adelante, Bruno nunca más volvería a perder la memoria gracias al amor incondicional de sus hijos que siempre estarían allí para recordarle quién era él verdaderamente: un padre cariñoso y valiente que jamás olvidaría cuánto amaba a su familia.
FIN.