El bosque de los secretos
Había una vez un bosque mágico que todos los niños del pueblo evitaban. Decían que en él habitaban criaturas misteriosas y sombras inquietantes. Un día, cuatro amigos: Tomás, Sofía, Lucas y Clara, decidieron que era hora de desmentir los rumores y adentrarse en el bosque para descubrir la verdad.
Al principio, el bosque era tranquilo. Los árboles susurraban con el viento y los pájaros cantaban.
"- Miren, no es tan aterrador como decían!" - dijo Sofía, sonriendo.
Pero a medida que avanzaban, comenzaron a escuchar ruidos extraños. Un crujido aquí, un susurro allá.
"- ¿Escucharon eso?" - preguntó Lucas, asustado.
"- Es solo el viento, no hay nada de qué preocuparse," - respondió Tomás, intentando mostrar valentía. Siguieron caminando hasta que se encontraron con un viejo de árbol con una cara tallada en su tronco. Tenía una mirada seria que parecía seguirlos.
"- ¿Qué haces aquí, intrusos?" - preguntó el árbol con voz profunda.
"- Venimos a conocer los secretos del bosque," - contestó Clara con un tono valiente.
"- Muchos han venido, pero pocos han regresado sin miedo," - dijo el árbol.
Sorprendidos, los amigos se miraron entre ellos.
"- ¿Cómo podemos dejar de tener miedo?" - preguntó Sofía.
"- El miedo es natural, pero deben enfrentarlo. Siguiendo el sendero azul hasta la colina, encontrarán la verdad. Una vez allí, se enfrentarán a su mayor temor."
Decididos a descubrir lo que el bosque escondía, comenzaron a caminar hacia la colina. En el camino, encontraron una serie de señales misteriosas que parecían guiar sus pasos. Un murciélago voló junto a ellos y aterrizó en una rama.
"- ¿Nos puedes ayudar?" - preguntó Lucas.
"- Claro, pero solo si me prometen no tener miedo. A veces las sombras solo necesitan un poco de luz." - dijo el murciélago.
Intrigados, los amigos continuaron avanzando. Al llegar a la colina, se encontraron con una puerta vieja. Sin pensarlo, decidieron abrirla y se encontraron en un claro iluminado por una hermosa luna que parecía sonreírles. En el centro del claro, había un gran espejo.
"- ¿Qué es esto?" - preguntó Clara, acercándose.
"- Es el Espejo del Coraje," - respondió el murciélago. "- Refleja tus miedos, pero también tu valentía. Deben mirarse a sí mismos y aceptar lo que ven."
Un a uno se acercaron al espejo. Sofía vio su temor a las alturas, Lucas vio su miedo a lo desconocido, Clara a la oscuridad. Al llegar el turno de Tomás, se vio abrazado por un monstruo que siempre había temido.
"- ¡No puedo!" - gritó.
"- Tomás, enfrentá tu miedo!" - gritaron sus amigos al unísono.
Tomás tomó aire y en lugar de huir, se acercó al espejo. Su reflejo se convirtió en luz y el monstruo desapareció, dejándolo lleno de confianza. Emocionados, sus amigos hicieron lo mismo y llenos de valor, vieron cómo sus miedos también se desvanecían.
Finalmente, el Espejo brilló intensamente y una luz iluminó todo el bosque. Al parecer, el bosque había estado oscuro debido a los miedos de los que se acercaban.
"- Ahora el bosque será un lugar de alegría y aventuras," - dijo el murciélago, sonriendo.
Con corazones llenos de felicidad y nuevos amigos en el bosque, los cuatro amigos regresaron al pueblo, llevando consigo la lección más valiosa:
"- No hay que temer a lo desconocido. A veces lo que más tememos es lo que mejor podemos conocer."
Desde ese día, el bosque se volvió un lugar donde las risas de los niños resonaban, y nunca más fue visto como un lugar aterrador. Los cuatro amigos demostraron que enfrentar los miedos trae consigo la magia y la luz que todos llevamos dentro.
FIN.