El bosque de los sentidos



Había una vez una pareja de jóvenes llamados Sofía y Martín. Eran dos personas muy enamoradas que disfrutaban pasar tiempo juntos y explorar lugares nuevos. Un día, decidieron aventurarse en un antiguo bosque que se rumoreaba estaba encantado.

A medida que caminaban por el espeso bosque, comenzaron a sentir una extraña sensación de ser observados. Los árboles parecían susurrarles al oído, mientras las hojas crujían bajo sus pies.

Sin embargo, Sofía y Martín no hicieron caso a esas señales y continuaron su camino. De repente, escucharon un ruido escalofriante detrás de ellos. Se dieron vuelta rápidamente pero no había nadie allí. "¿Hiciste tú ese ruido?", preguntó Sofía temblando de miedo.

"No fui yo", respondió Martín con voz temblorosa. Decidieron seguir adelante, pero la sensación de malestar crecía cada vez más dentro de ellos. El viento soplaba fuertemente y los árboles parecían moverse como si tuvieran vida propia.

En medio del bosque encontraron una pequeña cabaña abandonada. A pesar del aspecto tenebroso del lugar, decidieron entrar para refugiarse del viento frío y oscuro que los rodeaba. Una vez adentro, notaron algo extraño: todas las ventanas estaban selladas con tablas gruesas y polvorientas.

La puerta también estaba cerrada con llave desde el interior. Esto les hizo sentir aún más intranquilos. De repente, escucharon un grito desgarrador que parecía venir desde el sótano.

Sofía y Martín intercambiaron miradas de terror y decidieron investigar de dónde provenía ese sonido. Bajaron por las escaleras oscuras y empinadas hacia el sótano. Allí, encontraron una pequeña habitación con paredes cubiertas de extrañas inscripciones en un lenguaje desconocido.

En el centro de la habitación había una antigua caja negra. Sofía, llena de curiosidad, abrió la caja con manos temblorosas.

Dentro encontró un viejo diario que hablaba de una pareja que se había adentrado en el bosque encantado años atrás y nunca más había regresado. Mientras leían el diario, escucharon pasos detrás de ellos. Se dieron vuelta rápidamente para descubrir que estaban rodeados por sombras siniestras que los observaban fijamente. "¡Tenemos que salir de aquí!", exclamó Martín asustado.

Corrieron escaleras arriba, salieron a toda prisa de la cabaña y continuaron corriendo sin mirar atrás hasta llegar al borde del bosque maldito.

Al final lograron escapar ilesos del bosque encantado, pero Sofía y Martín aprendieron una valiosa lección: nunca deben ignorar las señales cuando algo no se siente bien o parece peligroso. Desde aquel día, compartieron su historia con otros para advertirles sobre los peligros del bosque encantado y cómo es importante escuchar nuestros instintos para mantenernos seguros en todo momento.

Y así fue como esta pareja valiente y amorosa logró convertir su experiencia aterradora en una lección de vida para todos.

FIN.

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