El Bosque de los Sentimientos



En un pequeño pueblo rodeado de un mágico bosque, tres amigos inseparables, Sofía, Tomás y su perro Max, pasaban sus días explorando y jugando. Un día, mientras caminaban, se encontraron con un camino que interrumpía su paseo habitual. Sofía, curiosa como siempre, propuso seguirlo. "¿A dónde nos llevará este sendero?"- preguntó emocionada. "No lo sé, pero creo que debemos averiguarlo juntos"-, contestó Tomás.

Después de caminar un rato, llegaron a un claro donde había unos animales que parecían estar en problemas. Un pequeño conejo, llamado Rocco, estaba tratando de alcanzar una zanahoria que se encontraba muy alta en un árbol.

"¡Ayuda! ¡No puedo alcanzar mi zanahoria!"- gritó Rocco, frustrado.

Sofía miró a Tomás y Max. "Podemos ayudarlo, ¿verdad?"- dijo, mientras el animalito parecía desanimado.

"¡Sí!"- exclamó Tomás. "Rocco, ¿por qué no intentas pedir ayuda?"- sugirió, sonriendo.

"Pero, ¿y si nadie me escucha?"- respondió Rocco, con lágrimas en los ojos.

"A veces, es bueno expresar lo que sentimos"-, intervino Max, moviendo su cola para animar al conejito.

Así que Rocco decidió gritar nuevamente. "¡Ayuda! ¡Por favor, alguien que me ayude!"- Su voz resonó por el bosque y, pronto, un grupo de pájaros se acercó, curiosos por ver qué pasaba.

"¿Qué sucede, amigo?"- preguntó una pequeña ave llamada Lila.

"No puedo alcanzar esa zanahoria, pero no sé cómo pedir ayuda"-, confesó Rocco, un poco avergonzado.

"A veces, hay que tener valor para pedir lo que necesitamos. ¡Deja que nosotros te ayudemos!"- dijo Lila.

Con la ayuda de los pájaros, Rocco logró conseguir su zanahoria. "¡Gracias! No sé qué habría hecho sin ustedes"-, exclamó el conejo, muy feliz.

Mientras los tres amigos seguían su camino, Sofía reflexionó. "Hoy aprendimos que está bien pedir ayuda cuando la necesitamos"-.

Tomás asintió. "Sí, y también que expresar lo que sentimos puede ser muy liberador"-.

Un poco más adelante, se toparon con una tortuga llamada Tula, que estaba triste porque no había podido alcanzar el lago para beber agua.

"¿Por qué estás tan triste, Tula?"- preguntó Sofía.

"Porque soy muy lenta y no puedo llegar al lago a la hora del almuerzo"-, suspiró la tortuga.

Recuperando la energía, Tomás le dijo: "Podemos acompañarte y hacer que el viaje sea más divertido. ¿Qué te parece?"-

Así, los amigos y Tula emprendieron el camino al lago conversando y jugando en el recorrido. La tortuga se sintió mejor y había comprendido que no estaba sola, y que con compañía, el camino no se hacía tan difícil.

Cuando llegaron al lago, Tula se sintió agradecida. "Gracias, chicos. No solo llegué al lago, sino que también me divertí en el camino"-.

Más tarde, mientras hablaban de sus vivencias, llegaron a la conclusión de que cada uno de ellos había tenido la oportunidad de compartir sus emociones y que era fundamental cuidar de los sentimientos de los demás. De pronto, un estruendo resonó en el árbol más cercano. Al asomarse, vieron a un pequeño pajarito que parecía haber caído de su nido.

"¡Oh no! El pajarito necesita ayuda"- dijo Sofía.

"¡Corre! Hay que ayudarlo"-, exclamó Tomás.

Sin pensarlo, Max saltó de inmediato y fue hacia el pequeño. "No te asustes, nosotros estamos aquí para ayudarte"-, ladró.

Con cuidado, los amigos trabajaron juntos para regresar al pajarito a su nido. "¡Lo logramos!"- gritaron todos emocionados, y el pajarito trinó agradecido.

De vuelta en casa, Sofía, Tomás y Max decidieron que era un buen momento para reflexionar sobre su día. "Hoy aprendí que no solo hay que cuidar de nuestros propios sentimientos, sino también de los de los demás"- dijo Sofía.

"Sí, y que no estamos solos en esto. Siempre podemos contar los unos con los otros"- añadió Tomás.

"Y que pedir ayuda es un signo de valor, no de debilidad"- concluyó Max.

Y así, en el bosque de los sentimientos, los amigos no solo ayudaron a los demás, sino que también aprendieron a manejar sus propias emociones. Desde ese día, se volvieron los defensores de los sentimientos, ayudando a todos los que lo necesitaran, y siempre recordando que la amistad y la empatía pueden superar cualquier obstáculo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!