El Bosque de los Sentimientos
Érase una vez, en un mágico bosque lleno de colores brillantes y cantos de pájaros, vivían cinco amigos: Amor, Felicidad, Gozo, Alegría y Tranquilidad. Cada uno de ellos representaba un sentimiento especial y, juntos, hacían que el bosque fuera un lugar lleno de armonía.
Un día, mientras jugaban a las escondidas, Amor dijo:
"¡Chicos, es mi turno de contar! Uno, dos, tres..."
Los demás se escondieron detrás de árboles y arbustos, riendo y disfrutando del juego.
Mientras Amor contaba, un extraño viento comenzó a soplar. Era un viento frío y oscuro que trajo consigo a una sombra misteriosa llamada Tristeza. Tristeza se sentó en medio del bosque y comenzó a suspirar.
Felicidad, al ver a la sombra, se acercó con cautela.
"Hola, ¿por qué estás tan triste?".
"Me siento sola y olvidada. Nadie quiere jugar conmigo. Todos prefieren estar con sus amigos felices" - respondió Tristeza, con una voz apagada.
Gozo, que siempre encontraba motivos para reír, dijo:
"¡Eso no puede ser! Todos necesitamos sentirnos bien y también hay lugar para la tristeza. Te invitamos a unirte a nosotros, seremos seis amigos".
Esto sorprendió a Tristeza, pero ella dudaba.
"Pero yo no sé cómo hacer para ser feliz como ustedes".
Alegría, siempre optimista, sonrió y dijo:
"No se trata de ser feliz todo el tiempo. A veces está bien sentir tristeza. Pero puedes aprender a jugar con nosotros y compartir tus emociones".
La sombra de Tristeza titubeó, pero el brillo de los cinco amigos la hizo sentir un pequeño destello de esperanza. Tranquilidad se acercó suavemente y dijo:
"Si deseas, puedo ayudarte a sentirte un poco mejor. Tómate tu tiempo y comparte con nosotros lo que sientes".
Tristeza miró a los cinco amigos y, aunque seguía sintiéndose un poco fuera de lugar, decidió intentarlo. Juntos, comenzaron a jugar un nuevo juego: 'Emociones compartidas'. Cada uno, incluido Tristeza, tenía que contar una emoción que había sentido recientemente.
Amor compartió sobre un abrazo que dio a su madre, Felicidad habló de un día soleado, Gozo rió recordando un chiste que había oído, Alegría contó sobre un baile divertido, y Tranquilidad explicó cómo se sintió al ver el atardecer. Cuando llegó el turno de Tristeza, ella vaciló, pero finalmente habló con el corazón.
"Yo... me siento sola, pero a veces extraño a mis amigos".
Los cinco amigos la miraron con compasión.
"No tienes que sentirte sola. Todos pasamos por momentos difíciles" - dijo Amor, tendiéndole su mano.
"Sí, y estamos aquí para ti" - agregó Felicidad.
Con el tiempo, Tristeza comenzó a sonreír. Aprendió que sus amigos siempre estaban dispuestos a escucharla y que compartir sus sentimientos la hacía sentir un poco mejor.
Un día, mientras todos disfrutaban de un picnic, Tristeza, ahora un poco más alegre, planteó una idea.
"¿Qué tal si hacemos un día de compartir emociones? Cada uno puede contar algo que lo haga sentir diferente. Así, todos aprenderemos a conocernos mejor".
Los amigos aplaudieron la idea. Desde entonces, realizaron una reunión semanal donde cada uno hablaba de sus sentimientos. Aprendieron que todas las emociones son importantes y que juntos podían enfrentar cualquier tormenta.
Así, Amor, Felicidad, Gozo, Alegría, Tranquilidad y su nueva amiga Tristeza formaron un grupo fuerte e inquebrantable. Aunque cada uno representaba algo diferente, juntos eran más que la suma de sus partes: eran un ejemplo de cómo la amistad y la aceptación pueden crear un mundo lleno de colores brillantes, donde no hay lugar para sentirse solo.
Y así, el bosque volvió a estar lleno de risa y alegría, y cada emoción se sintió valorada. Porque en el Bosque de los Sentimientos, todos tenían un lugar especial.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.