El Bosque de los Sueños



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, un niño llamado Tomás. Era un niño curioso, siempre dispuesto a explorar y aprender cosas nuevas. Sin embargo, tenía un gran miedo: el temor a la oscuridad. Cada noche, cuando se apagaban las luces de su casa, Tomás se acurrucaba en su cama, cubriéndose con la manta, temiendo a los ruidos extraños que venían del exterior.

Un día, mientras jugaba en el jardín con su mejor amiga, Sofía, Tomás le confesó su miedo.

"Sofía, yo le tengo miedo a la oscuridad. Nunca quiero salir a explorar cuando cae la noche."

Sofía, que era un tanto más valiente, lo miró con una sonrisa.

"No deberías tenerle miedo, Tomás. La oscuridad tiene sus encantos. ¿No has oído hablar del Bosque de los Sueños?"

"¿El Bosque de los Sueños? No, ¿de qué se trata?"

Sofía hizo un gesto con la mano, como si desbloqueara un mundo mágico.

"En el Bosque de los Sueños, la noche es llena de luces y colores, y hay criaturas mágicas que solo aparecen cuando oscurece. ¡Podríamos ir a explorarlo!"

Tomás dudó, pero la emoción de la promesa de la aventura comenzó a llenar su corazón.

"Pero, Sofía, ¿y si nos perdemos o nos encontramos con algo horrible?"

"Solo será peligroso si no vamos preparados. O simplemente no vayamos. Pero si no lo hacemos, nunca sabremos lo bonito que es. ¡Tenés que dejar que tu curiosidad gane!"

Ese día, Tomás decidió ser valiente. Al caer la noche, con una linternita en mano y acompańado por Sofía, se adentraron en el bosque. Al principio, el miedo lo invadió, pero mientras más avanzaba, más luces comenzaron a brillar alrededor de ellos.

"Mirá, Tomás, son luces de luciérnagas. Nunca imaginaste que había tantas, ¿verdad?"

"Es realmente hermoso. Pero, ¿y las criaturas mágicas?"

De repente, escucharon un suave murmullo. Un pequeño duende, de color verde brillante, salió de detrás de un árbol.

"¡Hola, amigos! Soy Lúcido, el duende guardián del Bosque de los Sueños. Bienvenidos a mi hogar. ¿Por qué están aquí en la oscuridad?"

Tomás, sorprendido, dio un paso atrás.

"Vine a explorar, pero tengo miedo de lo desconocido."

Lúcido sonrió y le dijo:

"La oscuridad no es el enemigo, Tomás. Es el hogar de nuevos comienzos y oportunidades. ¡Ven, te enseñaré!"

El duende guió a Tomás y Sofía a través del bosque, donde descubrieron un mundo lleno de maravillas: árboles que susurraban secretos, flores que brillaban bajo la luz de la luna y un arroyo que cantaba melodías alegres.

"Mirá cómo todo cobra vida por la noche. Si nunca lo hubieras intentado, ¿te habrías perdido de esto?"

Tomás se sintió más valiente y comenzó a reír.

"Es cierto, incluso el miedo puede ser asombroso si somos amigos de él. ¡Gracias, Lúcido!"

"Ustedes son valientes por haber venido aquí. Recuerden, el verdadero desafío no es vencer el miedo, sino aprender a vivir y disfrutar de él."

Al final de la noche, Tomás y Sofía regresaron a casa con una lección invaluable. La oscuridad no era tan aterradora como parecía. Era solo una parte del mundo, una que les traía magia y belleza. Tomás nunca volvió a temerle a la noche y, cada vez que el sol se ocultaba, sabía que una nueva aventura lo estaba esperando.

Y así, siempre que escuchas el suave murmullo del viento entre los árboles o el canto de la noche, recuerda que también hay magia, incluso en la oscuridad. Lo único que necesitas es un poquito de valentía y un corazón dispuesto a soñar.

FIN.

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