El Bosque de los Sueños
En un hermoso reino rodeado de bosques y montañas, vivían cuatro amigos muy especiales: Blanca Nieves, Caperucita Roja, Bella Durmiente y Pinocho. Cada uno de ellos tenía una personalidad única y habilidades que los hacían especiales, pero lo que más los unía era su deseo de ayudar a los demás.
Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con una anciana que lloraba desconsoladamente.
"¿Por qué lloras, abuela?" - preguntó Caperucita, preocupada.
"He perdido a mi gato, el pequeño Ciri. No sé dónde buscarlo y no tengo a nadie que me ayude" - respondió la anciana.
Los amigos se miraron entre sí y decidieron que debían ayudarla.
"No te preocupes, podemos encontrar a Ciri juntos" - dijo Pinocho, entusiasmado.
"¡Sí! ¡Contemos nuestras habilidades!" - sugirió Blanca Nieves.
"Yo puedo hablar con los animales del bosque y pedirles ayuda" - añadió Caperucita.
"Y yo puedo hacer un mapa con hojas y flores para que no nos perdamos" - dijo Bella Durmiente.
Así, formaron un plan. Caperucita se adentró en el bosque y se puso a gritar:
"¡Ciri, Ciri, ven aquí!" - El eco de su voz resonó entre los árboles.
Poco después, un grupo de pájaros se acercó.
"¿Han visto a un gato perdido?" - preguntó Caperucita.
Los pájaros, moviendo sus cabezas de un lado a otro, le dijeron que habían visto a un gato jugueteando cerca del río. Rápidamente, las cuatro amigas siguieron el camino indicado.
Mientras caminaban, se encontraron con un arroyo cristalino. Pinocho, que era de madera, se preguntó:
"¿Qué hacemos si el gato está al otro lado?"
"Yo puedo saltar y ver si está cerca" - dijo Bella Durmiente.
Y, con un movimiento elegante, saltó al otro lado. Pero cuando llegó, vio que el gato estaba muy asustado y se había escondido detrás de un grupo de flores.
"Ciri, no tengas miedo, somos amigos y estamos aquí para ayudarte" - le dijo Bella con dulzura, mientras el resto la miraba esperanzado.
El gato, al escuchar la voz suave de Bella, salió lentamente de su escondite.
"Gracias por venir a buscarme" - maulló Ciri, acercándose con cuidado.
Las cuatro amigas se alegraron y abrazaron al pequeño gato.
"¡Lo logramos!" - exclamó Blanca Nieves, sonriendo.
"Ahora llevémoslo a casa de la abuela" - sugirió Caperucita con alegría.
Al regresar, la anciana los recibió con lágrimas de felicidad en los ojos.
"¡Ciri! ¡Mi pequeño Ciri! No sé cómo agradecerles" - decía la abuela abrazando al gato.
"No necesita agradecer, lo hicimos porque somos amigos y siempre debemos ayudar a los demás" - dijo Pinocho, orgulloso.
La anciana les ofreció un delicioso té y galletas como agradecimiento, y los cuatro amigos se sentaron a escuchar historias mientras disfrutaban de la merienda.
Ese día, aprendieron que la amistad y el trabajo en equipo podían superar cualquier obstáculo y que ayudar a los demás siempre trae alegría.
Desde entonces, cada vez que escuchaban el crujido de las hojas o el canto de los pájaros, recordaban que el bosque estaba lleno de aventuras y la oportunidad de ayudar a alguien más, tal como lo hicieran con la anciana y Ciri.
Días después, decidieron hacer del bosque un lugar más hermoso y empezaron un proyecto para plantar flores y cuidar de los animales. Así, su amistad floreció, al igual que el bosque, llenándolo de colores y risas cada día.
FIN.