El Bosque de los Sueños
Había una vez, en un bosque mágico, un pequeño duende llamado Tilo. Tilo era muy curioso y le encantaba explorar cada rincón de su hogar. El bosque estaba lleno de maravillas, pero lo que más le gustaba a Tilo era jugar con su mejor amiga, una hada llamada Lila. Lila tenía alas brillantes que reflejaban la luz del sol, y su risa podía hacer florecer las plantas.
Un día, mientras Tilo y Lila jugaban a las escondidas, Lila le dijo:
"¡Tilo, ven a buscarme!"
Tilo corrió en su búsqueda, pero al poco tiempo escuchó un extraño ruido. Era un grito profundo y triste. Tilo se detuvo y miró hacia el lugar de donde provenía el sonido.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Tilo, preocupado.
"No lo sé, pero suena muy triste. Vamos a ver qué pasa" - respondió Lila, siempre lista para ayudar.
Siguieron el sonido hasta un claro del bosque donde encontraron a un ogro enorme sentado sobre un tronco. Su piel era verde y su expresión estaba llena de tristeza.
"¿Por qué lloras, ogro?" - preguntó Tilo, temblando un poco por el miedo.
"Nadie quiere jugar conmigo. Siempre piensan que soy un monstruo" - sollozó el ogro.
Tilo y Lila se miraron, y aunque sabían que el ogro era grande y aterrador, no podían evitar sentir compasión.
"No eres un monstruo, eres solo distinto. ¿Cómo te llamas?" - preguntó Lila, acercándose un poco.
"Me llamo Grum, y sólo quiero un amigo" - respondió con la voz entrecortada.
"¡Pues se armó! Mírenos a nosotros. ¡Somos amigos!" - dijo Tilo, con una sonrisa.
"Puedes jugar con nosotros, si quieres" - agregó Lila con entusiasmo.
Grum secó sus lágrimas, sorprendido por la amabilidad de los dos pequeños.
"¿De verdad?" - preguntó, aunque dudando de que Tilo y Lila quisieran estar con él.
"¡Por supuesto!" - gritó Tilo y Lila juntas.
Los tres amigos comenzaron a jugar: escondites, carreras y hasta hicieron una competencia de vuelo donde Lila demostró sus maravillas. Sin embargo, mientras corrían, Grum tropezó con una raíz y se cayó, haciendo caer un montón de hojas sobre ellos. Tilo se rió y ayudó a Grum a levantarse.
"A veces caer es sólo parte del juego. Lo importante es levantarse y seguir disfrutando" - dijo Tilo animadamente.
"Totalmente, a veces uno se puede sentir desanimado, pero eso no significa que debamos rendirnos" - añadió Lila.
Grum sonrió, sintiendo por primera vez que tenía amigos de verdad. Juntos se aventuraron a diferentes partes del bosque, aprendiendo sobre flores mágicas y criaturas encantadas.
Un día, mientras exploraban, se encontraron con una pared de arbustos que parecía impenetrable. Grum, emocionado, dijo:
"Yo puedo intentar romperla, soy muy fuerte."
"Espera, tal vez podamos encontrar otra manera" - sugirió Lila.
Tilo pensó un momento y luego dijo:
"Grum, si nos levantamos juntos, tal vez podamos empujar los arbustos! ! !"
Juntos, los tres amigos formaron una cadena, y usaron la fuerza de Grum, el ingenio de Tilo y la determinación de Lila para empujar los arbustos. Con un gran esfuerzo, de repente se abrió un camino que conducía a un hermoso lago iluminado por la luz dorada del sol.
"¡Lo logramos! ¡Son unos genios!" - exclamó Grum, feliz.
"¡Tú también! No lo hubiéramos hecho sin tu fuerza!" - dijo Lila, sonriendo de alegría.
Pasaron la tarde jugando en el lago, saltando y riendo. Grum se dio cuenta de lo importante que era tener amigos y cómo la amistad puede superar cualquier diferencia.
Después de un día lleno de risas y aventuras, el sol comenzaba a ponerse. Grum miró a Tilo y Lila con una gran sonrisa en su rostro.
"No sabía que podía tener amigos, y ahora les agradezco. A veces, la apariencia no dice nada sobre alguien. Gracias por ver lo bueno que hay dentro de mí."
"Gracias a vos, Grum. Todos merecemos una oportunidad para brillar" - respondió Tilo, abrazándolo.
"Sí, y juntos podemos enfrentar cualquier desafío" - terminó Lila, volando alrededor de ellos.
Y así, en aquel mágico bosque, un duende, un hada y un ogro se convirtieron en los mejores amigos, demostrando que la verdadera amistad no conoce fronteras ni apariencias. Cada día era una nueva aventura, llena de risas y aprendizajes que jamás olvidarían.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.