El Bosque de los Sueños
En un hermoso bosque lleno de árboles altísimos y flores de colores brillantes, vivían tres amigos inseparables: Franca, una alegre niña con una gran imaginación; el Rey Feliz, un regente bondadoso que siempre sonreía y hacía reír a todos; y el Hada Rosa, una pequeña criatura mágica con alas brillantes que podía hacer que los sueños se volvieran realidad.
Un día, mientras jugaban cerca del arroyo, Franca se puso nostálgica y dijo:
"Me encantaría tener una aventura emocionante, algo que nunca antes hayamos hecho."
El Rey Feliz sonrió y respondió:
"¡Eso suena fabuloso! Pero, ¿qué tipo de aventura estás pensando?"
El Hada Rosa, revoloteando, añadió:
"Podríamos encontrar el Jardín de los Deseos. Se dice que una vez que llegas, todos tus sueños se hacen realidad. Pero hay que superar tres pruebas para llegar ahí."
Franca, emocionada, exclamó:
"¡Vamos a buscarlo! Estoy lista para enfrentar cualquier reto."
Comenzaron su camino hacia el Jardín de los Deseos. La primera prueba fue en el Puente del Valor, donde debían cruzar un puente hecho de nubes. Este puente temblaba cuando caminaban.
"No tengo miedo," dijo Franca, poniéndose de pie con determinación.
"¡Yo también!" gritó el Rey Feliz mientras daba un paso firme.
"Recuerden, deben creer en ustedes mismos," aconsejó el Hada Rosa, usando su polvo mágico para crear un aura de seguridad a su alrededor.
Con mucho valor, lograron cruzar el puente y llegaron a la segunda prueba, el Lago de la Amistad. Allí podían ver reflejadas sus mayores inseguridades.
"Miren, a veces me siento como si no pudiera hacer nada bien," confesó Franca.
"Todos sentimos eso a veces, pero el verdadero valor es seguir intentándolo," respondió el Rey Feliz, sonriendo.
"¡Eso es! La amistad nos hace fuertes. juntos somos invencibles!" dijo el Hada Rosa mientras giraba en el aire.
Con el apoyo mutuo, atravesaron el lago. Finalmente, llegaron a la Tercera Prueba, el Bosque de los Recuerdos. Allí tenían que recordar momentos felices de su vida para pasar a la siguiente etapa.
Franca cerró los ojos y recordó su primer día jugando con su perro; el Rey Feliz recordó un gran festival en su reino donde todos bailaron juntos; y el Hada Rosa pensó en el día en que voló por primera vez entre las flores.
"¡Claro! Las amistades y los recuerdos son tesoros valiosos."
"Sí, y con ellos, podemos enfrentar cualquier desafío," asintió Franca.
Al terminar con las pruebas, finalmente llegaron al Jardín de los Deseos. Era un lugar maravilloso, lleno de luz y música. Allí, un árbol gigante con hojas doradas se alzaba en el centro.
"¿Qué deseo quieres pedir?" preguntó el Rey Feliz.
"Quiero que cada niño en el bosque nunca deje de soñar con aventuras," respondió Franca.
El Hada Rosa agitando sus alas hizo que un polvo mágico cubriera el jardín.
"Un hermoso deseo, Franca. ¡El poder de la imaginación es infinito!"
Un brillante resplandor rodeó el jardín y, de pronto, todos los sueños de los niños del bosque comenzaron a fluir hacia el árbol, llenándolo de colores y alegría.
Desde aquel día, el Bosque de los Sueños se volvió famoso por sus increíbles aventuras y todo niño que entraba allí, lo hacía con una chispa de ilusión, recordando que siempre hay magia en la amistad y el valor de soñar.
Franca, el Rey Feliz y el Hada Rosa aprendieron que al unir sus fuerzas, podían lograr cualquier cosa, y que cada aventura es aún más especial cuando se comparte con amigos.
FIN.