El Bosque de los Sueños



Era una mañana soleada en el Bosque de los Sueños. El viento suave acariciaba las hojas de los árboles, y los rayos del sol iluminaban todo a su alrededor. Un niño llamado Tano, con una sonrisa radiante, caminaba felizmente por el sendero. A su lado, sus dos primitas, Lucía y Bella, lo seguían con entusiasmo.

"Mirá, Tano, ¡ahí hay un colibrí!" - exclamó Lucía, señalando al pequeño pájaro que danzaba entre las flores.

"¡Es hermoso!" - respondió Tano, elevando su mano para intentar tocarlo.

Las aves cantaban alegremente, y los animalitos del bosque parecían seguirlos, como si fueran sus compañeros de aventura. Un grupo de ardillas correteaba por el suelo, y un grupo de pajaritos los acompañaba en su travesía.

"¿Qué les gustaría hacer hoy?" - preguntó Tano, mientras continuaban su caminata.

"¡Vamos a explorar el arroyo!" - sugirió Bella emocionada.

Los tres niños se dirigieron al arroyo, donde el agua clara fluía suavemente. Mientras jugaban con las piedras y chapoteaban, empezaron a notar algo extraño. Justo al lado del arroyo, había un pequeño sendero cubierto de flores, pero parecía haber algo más detrás de la vegetación. Curiosos, se acercaron, y al apartar algunas ramas, descubrieron una pequeña puerta de madera verde.

"¿Qué será esto?" - murmuró Lucía, con ojos brillantes.

Tano, con un empujón amistoso, abrió la puerta. Para su sorpresa, al otro lado había un camino iluminado por luciérnagas.

"¡Vamos, vamos!" - dijo Tano, mientras todos se adentraban al nuevo lugar.

Cruzaron la puerta y se encontraron en un claro mágico, lleno de flores de colores brillantes y mariposas danzando. En el centro, había un gigantesco árbol con un tronco ancho y ramas que se extendían hacia el cielo. Al mirar hacia atrás, la puerta ya no estaba, y comprendieron que solo había un camino: hacia el árbol.

"¿Y si no podemos volver?" - preguntó Bella un poco asustada.

"No se preocupen. Estamos juntos y esto es una aventura. ¡Seguro hay algo especial esperándonos!" - los animó Tano.

Se acercaron al árbol, que tenía un brillo especial. Al tocar la corteza, una voz profunda resonó:

"Bienvenidos, amigos. Soy el Guardián del Bosque. Han encontrado el camino hacia un lugar donde los sueños se hacen realidad. Pero deben demostrar que valoran la naturaleza. ¿Están listos para el desafío?"

"¡Sí!" - gritaron los niños al unísono.

El Guardián sonrió y les explicó que debían ayudar a los animales del bosque. Había un río que se había contaminado, y los animales estaban sufriendo. Para ayudar, los niños tenían que recoger basura y limpiar el río usando su energía y creatividad.

Sin dudarlo, Tano, Lucía y Bella se pusieron manos a la obra. Reunieron hojas secas, ramas y cualquier objeto que encontraban. Mientras trabajaban, los animales del bosque vinieron a observarlos, e incluso algunos se unieron a ellos en la tarea.

"¡Miren, Tano! Las ardillas nos están ayudando a juntar las ramas" - dijo Lucía, riendo.

"¡Sí! Y esos patitos están nadando para avisar a otros que estamos limpiando su hogar" - agregó Bella, entusiasmada.

Tras mucho esfuerzo y cooperación, el río se veía más limpio que nunca. El Guardián, al ver su dedicación, se acercó con una sonrisa.

"Han trabajado con el corazón. Por eso, les concederé un deseo. ¿Qué es lo que más quieren?"

"Queremos que este lugar siempre se cuide y que los niños que vengan aquí aprendan a amar la naturaleza," - respondió Tano.

El Guardián asintió y con un ligero movimiento de su mano, las flores empezaron a brillar, iluminando todo el claro.

"Hecho. Este lugar será siempre un refugio para los que respeten y cuiden de la naturaleza. Ustedes serán sus guardianes ahora."

Los niños sintieron una calidez en sus corazones, como si se convirtieran en parte del bosque. Regresaron al sendero, donde la puerta mágica apareció de nuevo.

"¡Lo logramos! Ahora el bosque estará a salvo!" - gritó Bella, saltando de alegría.

Salieron y, al cerrar la puerta, sintieron que habían aprendido una lección valiosa. La naturaleza es un tesoro que necesita cuidados, y ellos serían sus protectores. Desde ese día, Tano, Lucía y Bella prometieron cuidar el bosque y contarle a todos sobre su maravillosa aventura en el Bosque de los Sueños.

Y así, entre risas y juegos, los tres primos continuaron explorando su hogar lleno de magia. La amistad, el respeto por la naturaleza y las aventuras siempre los acompañarían, haciendo que cada día fuera especial.

Y a veces, si miraban atentamente, podían ver a los colibríes danzando en las flores, como recordatorio de que cuidar el mundo era una aventura sin fin.

FIN.

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