El Bosque de los Sueños



Era un hermoso día en el Bosque de los Sueños, un lugar mágico donde los animales vivían en armonía. La ardilla llamada Lía, siempre inquieta y curiosa, decidió que era momento de emprender una nueva aventura. "Hoy voy a descubrir la cueva misteriosa que está al norte del bosque,"- le dijo a su amigo el conejo Timo, que la miraba reacio. "No sé, Lía. Dicen que la cueva está habitada por un dragón, y eso da miedo!"- respondió Timo, moviendo sus grandes orejas.

Pero Lía, llena de valentía, no se dejó intimidar. "No te preocupes, Timo. ¡Voy a demostrarte que no hay nada que temer!"- Y así, con su espíritu aventurero, Lía comenzó a caminar.

En el camino, se encontró con la tortuga Tula, conocida por su sabiduría. "¿A dónde vas, pequeña ardilla?"- preguntó Tula. "Voy a la cueva misteriosa, ¿quieres acompañarme?"- propuso Lía. "Voy, pero deberíamos estar preparadas. La curiosidad puede conducirnos a desafíos inesperados"- dijo Tula seria, pero con una sonrisa.

Mientras tanto, Timo dudaba si seguirlas o quedarse en casa. Decidió que debía hacer lo correcto y las siguió, aunque con un poco de temor. En el camino, se unió a ellos el búho Ramón, quien siempre tenía un consejo útil. "Por la experiencia, les diré que a veces lo que parece aterrador puede ser simplemente un malentendido"- dijo Ramón, alzando la vista hacia la cueva oscura que se dibujaba entre los árboles.

Al llegar, Lía miró a sus amigos y les dijo: "Vamos, ¡no podemos volver ahora!"- Sentía una mezcla de emoción y nervios. Con un respiro profundo, avanzaron hacia la entrada de la cueva. En el interior, todo era silencioso, hasta que de repente, un fuerte rugido resonó. Timo se escondió detrás de Lía y Tula. "Ves, ¡te lo dije!"- gritó Timo, hablando entre dientes.

Pero Lía, con su corazón valiente, siguió adelante. "No podemos rendirnos ahora, amigos. Vamos a ver qué es lo que realmente hay aquí."- Con cuidado, se acercaron y descubrieron que el rugido provenía de un pequeño dragón que tenía un problema: no podía volar porque se le había enredado la cola en unas ramas.

"Hola, pequeño dragón. ¿Estás bien?"- le preguntó Lía, sorprendida. El dragón, con ojos tristes, respondió: "No puedo volar. Siempre he querido ver el bosque desde arriba, pero ahora estoy atrapado."-

Lía se sintió conmovida. "No te preocupes. Vamos a ayudarte."- Se pusieron a trabajar, y juntos, con la ayuda de la tortuga Tula que era muy fuerte y del búho Ramón que sabía de plantas, lograron liberar al dragón.

"¡Gracias! Ustedes son muy valientes,"- dijo el dragón, ahora libre, y movió sus alas con felicidad. "Como agradecimiento, los llevaré a volar muy alto!"-

Timo miró con miedo, pero Lía lo animó. "¡Vamos, Timo! Esto será genial!"-

El dragón voló, llevando a sus nuevos amigos en un viaje por encima del bosque. Desde allí, podían ver todo lo que el bosque tenía para ofrecer: los ríos brillantes, los árboles altos y las praderas llenas de flores. "Esto es maravilloso!"- exclamó Timo, mientras la brisa les acariciaba la cara.

Después de una aventura emocionante, volvieron a la cueva, donde el dragón les prometió ser su amigo y siempre ayudarles en su próxima aventura. "Nunca olviden que a veces lo que parece aterrador solo necesita un poco de comprensión y amistad,"- dijo el dragón antes de despedirse.

Al volver al hogar, Lía, Timo y Tula se sintieron más unidos y fuertes. Aprendieron que el valor y la amistad son las herramientas más poderosas, y que, juntos, podrían superar cualquier desafío que se presente en su camino.

Y así, en el Bosque de los Sueños, la valentía y la amistad florecieron más que ninguna otra cosa.

FIN.

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