El Bosque de los Sueños
En el corazón de un bosque encantado, con árboles altos que tocaban el cielo y flores que brillaban como estrellas, vivía una princesa llamada Lila. Lila era feliz y siempre buscaba la manera de traer sonrisas a quienes la rodeaban. Sin embargo, no muy lejos de su castillo, en el claro del bosque, había un gato llamado Milo, que estaba siempre triste.
Una mañana de primavera, mientras Lila paseaba, se encontró con el gato.
"¿Por qué estás tan triste, Milo?" - preguntó Lila con su voz dulce.
"No sé, princesa. Todo me parece gris y sin alegría. Nunca encuentro un motivo para sonreír" - respondió el gato con un suspiro.
Lila decidió ayudarlo, así que lo llevó a conocer a su amiga, una jirafa llamada Gigi.
"Gigi, este es Milo. Necesitamos que le muestres lo bonito que es el mundo" - dijo Lila.
"¡Claro!" - exclamó Gigi, mientras movía su largo cuello con alegría "¡Mirá! Aquí hay flores que brillan y mariposas que bailan en el aire. ¡Vení Milo!"
Sin embargo, aunque Milo admiraba la belleza del bosque, aún no lograba sonreír. Al darse cuenta, Lila y Gigi decidieron ir a buscar a la niña pequeña que siempre jugaba cerca del lago.
Cuando llegaron, la niña llamada Sofía estaba construyendo un castillo de barro.
"¡Hola Sofía! Vení, necesitamos tu ayuda" - la llamó Lila.
"¿Qué pasa?" - preguntó curiosa Sofía.
"Milo no puede sonreír. Necesitamos hacer algo divertido" - explicó Gigi.
"¡Juguemos un rato!" - sugirió Sofía emocionada. Y así, comenzaron a jugar a las escondidas, haciendo reír a Milo por primera vez.
Mientras reían, de repente, una sombra gigantesca cubrió el claro. Eran los piratas del barco furioso que estaban buscando un tesoro. El capitán, con su gran sombrero y su voz ronca, se acercó furioso.
"¿Dónde está nuestro tesoro? ¿Qué hacen ustedes aquí?" - gritó.
Lila, valiente y decidida, se acercó al capitán.
"No hemos tomado nada. Solo estamos jugando y disfrutando de la primavera" - dijo Lila con firmeza.
"¡No me importa! Busquen, piratas, ¡y traigan el tesoro!" - ordenó el capitán.
Los piratas comenzaron a revolver todo a su alrededor. En medio del caos, el pequeño lobo, llamado Lobocho, que siempre estaba lleno de alegría, apareció corriendo.
"¡Alto! ¿Por qué están tan enojados?" - preguntó Lobocho, sorprendiendo a todos.
"Buscamos nuestro tesoro!" - respondió el capitán.
"¿Y si el verdadero tesoro es la felicidad?" - dijo Lobocho con su mirada chispeante.
Los piratas se miraron entre ellos, confundidos. Una vez más, Lila tomó la palabra.
"¿Y si jugamos juntos? Quizás descubramos algo más valioso que el oro" - sugirió.
A los piratas les pareció una idea extraña, pero decidieron intentarlo. Así, comenzaron a jugar y a reír con Lila, Gigi, Milo, Sofía y Lobocho. El aire se llenó de risas y alegría, y, en ese momento, Milo sintió que una sonrisa aparecía en su rostro.
"Creo que encontré mi razón para sonreír" - dijo Milo, mientras todos celebraban juntos.
La tarde avanzó y, después de tanto juego, los piratas se despidieron, alegres y agradecidos. Lila, Gigi, Sofía, Milo, Lobocho y los piratas prometieron volver a jugar otra vez.
Así fue como el bosque encantado no solo se llenó de risas, sino también de amistad y la verdadera felicidad, lejos de los tesoros, siempre presentes en el corazón de aquellos que saben compartir.
Y desde entonces, el gato Milo nunca volvió a estar triste. Aprendió que la sonrisa se encuentra en la alegría de compartir momentos con amigos y amores.
La primavera en el bosque encantado ya no solo traía flores, sino también historias de amistad y dulces recuerdos.
FIN.