El Bosque de los Sueños
En un rincón mágico del mundo, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo, vivía una gran cantidad de animales silvestres. El bosque era un lugar de armonía y felicidad, lleno de risas y juegos. Allí, un grupo de amigos inseparables encontraba la alegría en cada rincón: Lila la liebre, Tino el zorro, Carla la tortuga y Coco el colibrí.
Una mañana soleada, mientras todos se reunían en su claro favorito, Lila dijo emocionada: "Hoy quiero organizar una carrera, ¿quién se atreve?"-
"¡Yo, yo!"- exclamó Tino, moviendo su cola de lado a lado.
"Siempre ganas tú, Tino"-, se quejó Carla. "¿No tenemos otra posibilidad?"-
"Lo importante es que nos divirtamos, no quién gana"-, respondió Coco, revoloteando cerca de ellos.
Así que, con gran entusiasmo, acordaron que la carrera se llevaría a cabo al mediodía. Las chicas se apresuraron a preparar todo, mientras Tino se pavoneaba pensando que ganaría sin esfuerzo. Pero una nube oscura apareció en el cielo. No llovía, pero algo no parecía estar bien.
Los amigos decidieron investigar la extraña sombra que pasaba por encima de los árboles. Al acercarse, descubrieron a un grupo de animales asustados que lloraban por su hogar. Era una familia de ardillas que había perdido su nido porque unos humanos habían llegado al bosque con herramientas ruidosas.
"¿Por qué están llorando?"- preguntó Lila, con la voz llena de preocupación.
"Nuestros árboles han sido talados y no tenemos dónde vivir"-, respondió una ardilla pequeña entre lágrimas.
"No podemos dejar que esto suceda, debemos ayudarles"-, dijo Tino, reflexionando por primera vez antes de hablar.
Los amigos se miraron, comprendiendo que la carrera podía esperar. Así que decidieron unirse a la familia de ardillas para encontrar un nuevo hogar. Coco voló alto, mientras que Lila y Tino buscaban la forma de reconstruir el nido.
"¿Y si juntamos ramas, hojas y conejitos dispuestos a ayudar?"- sugirió Carla.
"¡Buena idea!"-, asintió Lila. "Una vez construido el nuevo nido, quizás los humanos no lo talan de nuevo"-
Durante todo el día, los animales del bosque se unieron con una sola meta: ayudar a las ardillas. Tino usó su ingenio para encontrar las mejores ramas y Coco llevó mensajes a los demás animales del bosque, invocando a todos a unirse a la causa.
Pasaron horas y horas, y el trabajo en equipo los fortaleció. Finalmente, lograron construir un hermoso nido en una parte del bosque que nunca había sido tocada por el ser humano. Las ardillas estaban tan felices que sus ojos brillaban de emoción.
"¡Gracias, amigos!"- gritaron a la vez. "Nos han devuelto la esperanza. ¡Y encima, hemos hecho nuevos amigos!"-
"¡Qué divertido ser un equipo!"-, dijo Tino, sonriendo.
"Sí, incluso más divertido que cualquier carrera"-, contó Lila, recordando cómo había empezado su día.
Mientras el sol se ocultaba, todos los animales se reunieron en un círculo y comenzaron a contar historias. Ya no solo eran amigos; ahora eran una familia unida por un propósito mayor: cuidar de su hogar.
Y así, el bosque volvió a ser un lugar de alegría. La familia de ardillas había encontrado su nuevo hogar, y los amigos comprendieron que juntos podrían lograr cualquier cosa, incluso más que sus propias competencias.
Desde entonces, cada vez que alguien les decía que iban a organizar una carrera, el grupo respondía: "¡Primero vamos a cuidar el bosque!"-
Y aquella fue la aventura que les enseñó que, a veces, lo más importante no es ganar, sino ayudar a quienes lo necesitan. El bosque vivió en paz y felicidad, protegido por sus habitantes que, en vez de ser solo animales silvestres, tenían un fuerte sentido de comunidad y amor por su hogar.
FIN.