El Bosque de los Sueños
Era un día radiante en el pequeño pueblo de Valle Alegre. Sofía, una niña curiosa de ocho años, decidió explorar el bosque que se extendía detrás de su casa. Con su mochila llena de bocadillos y su brújula, se despidió de su mamá y se adentró entre los árboles.
"¡Mamá, volveré pronto!" - gritó Sofía emocionada, mientras veía cómo los rayos del sol se filtraban entre las hojas.
Al principio, todo era divertido. Sofía saltaba de un lado a otro, leyendo los nombres de las plantas y jugando con las ardillas. Sin embargo, al poco tiempo, se dio cuenta de que había perdido la dirección de regreso.
"¿Dónde estoy?" - murmuró Sofía, algo asustada.
Adentrándose más en el bosque, se encontró con una pequeña cabaña. Al acercarse, vio una anciana que tejía en la puerta.
"Hola, niña, ¿qué haces por aquí?" - preguntó la anciana, con una voz suave.
"Me perdí, abuela... no sé cómo volver a casa" - respondió Sofía, mientras se secaba una pequeña lágrima.
"No te preocupes, cariño. A veces hay que perderse para encontrarse a uno mismo. Quedate un momento, voy a prepararte un té" - invitó la anciana.
Sofía aceptó y, mientras tomaba el té, la anciana le contó historias sobre el bosque. Le habló de las criaturas mágicas que habitaban allí, como el Lobo Sabio, que siempre tenía una respuesta para los problemas, o la Mariposa Brillante, que podía mostrar el camino correcto.
"¿Puedes ayudarme a volver a casa?" - preguntó Sofía, recordando la brújula en su mochila.
"Primero debes aprender a escuchar tu corazón. Mira a tu alrededor y presta atención a los signos de la naturaleza" - dijo la anciana mientras sonreía.
Sofía pensó en las historias que había escuchado y se concentró. Luego de un rato, empezó a notar cosas: el canto de un pájaro que parecía guiarla y una flor que crecía hacia un claro.
"¡Creo que el pájaro quiere que lo siga!" - exclamó Sofía no sin cierta emoción.
La anciana asintió, ''"Los caminos de la naturaleza son sabios. Ve, pequeña. Yo te estaré acompañando en pensamiento".
Sofía siguió al pájaro y finalmente llegó a un arroyo. Allí, conoció al Lobo Sabio, que estaba tomando agua. Al verlo, se sintió un poco asustada, pero recordó que los animales del bosque eran amigables.
"Hola, Lobo Sabio, ¿puedes ayudarme? Me perdí y busco el camino a casa" - le dijo.
"Claro, Sofía. Pero primero, debes resolver un acertijo" - respondió el lobo, con una mirada juguetona.
"¡Está bien!" - dijo Sofía con determinación.
El Lobo Sabio le planteó un acertijo: "Yo soy ligero como una pluma, pero no puedo volar. ¿Qué soy?"
Sofía se quedó pensando. Recordó las clases en la escuela.
"¡El viento!" - exclamó al fin.
"Correcto. El viento siempre encuentra su camino. Ahora síguelo y verás cómo te lleva a casa" - el lobo le indicó cuando ya se sentía segura de su respuesta.
Sofía agradeció al Lobo Sabio y siguió el suave murmullo del viento. Pronto comenzó a ver luces entre los árboles. Era el atardecer y algunas luces parpadeaban. Al acercarse, reconoció su vecindario.
"¡Mamá!" - gritó Sofía con todas sus fuerzas.
Su madre salió corriendo de la casa.
"¡Sofía! ¡Te estaba buscando!" - exclamó, abrazando a su hija con fuerza.
Sofía le contó a su madre sobre la anciana, el Lobo Sabio y el pájaro que la guió. Su mamá la escuchaba impresionante.
"Siempre hay algo que aprender en nuestras aventuras, Sofía. Y a veces, hay que perderse para volver a encontrarse" - reflexionó la mamá, acariciando el pelo de su hija.
Esa noche, Sofía se durmió con una gran sonrisa, sabiendo que siempre podría volver al bosque y a aprender de él. Aprendió que ser valiente y escuchar su intuición son claves para encontrar el camino, ya sea en el bosque o en la vida. Y que siempre, siempre, hay magia en cada rincón del mundo.
Fin.
FIN.