El Bosque de los Sueños
Había una vez, en un bosque encantado, donde la luz del sol filtraba su magia a través de las hojas, un grupo de hadas que cuidaban de la naturaleza y de los animales fantásticos que habitaban allí. Las hadas, llenas de dulzura y alegría, tenían alas de colores brillantes que destellaban como diamantes cuando volaban.
Una de ellas, llamada Lila, era muy curiosa. Ella siempre se preguntaba sobre el mundo más allá del bosque. Un día, mientras recolectaba néctar de flores, escuchó un llanto muy suave, como un susurro en el viento.
"¿Quién llora en este hermoso día?" - se cuestionó Lila, y voló hacia el sonido.
Cuando llegó a un claro, vio a un pequeño unicornio, con una crin brillante y ojos profundos, sentado en el suelo.
"¿Por qué llorás, pequeño unicornio?" - preguntó Lila, aterrizando suavemente.
"Yo soy Nube, y estoy muy triste. Mis amigos los dragones se han perdido en la Montaña de los Ecos, y no sé cómo ayudarles" - respondió Nube, mientras unas lágrimas caían de sus ojos.
Lila sintió un nudo en el estómago. Sabía que los dragones eran muy juguetones, pero también sabían volar muy alto y podrían haberse aventurado demasiado lejos.
"¡No te preocupes, Nube! Yo te ayudaré a encontrarlos. Juntas formaremos un equipo inigualable" - dijo Lila con una sonrisa radiante.
Nube se secó las lágrimas y, con un brillo de esperanza, aceptó la ayuda de Lila. Así, las dos se aventuraron en busca de los dragones. Volaron sobre colinas y ríos, preguntaron a los árboles y flores, pero no encontraban rastro de ellos.
De repente, Lila recordó que en medio de la Montaña de los Ecos había un antiguo sabio, un búho llamado Don Nestor, que siempre sabría dónde encontrar a los perdidos.
"¡Vamos a ver a Don Nestor! Él podrá ayudarnos" - exclamó Lila.
Cuando llegaron a la montaña y encontraron a Don Nestor, el búho las miró con sus grandes ojos dorados.
"¿Qué les trae por aquí, queridas?" - preguntó el sabio.
"Don Nestor, los dragones se han perdido y nuestro amigo Nube está muy preocupado. ¿Podés ayudarnos a encontrarlos?" - pidió Lila.
Don Nestor pensó durante un momento y luego dijo:
"Los dragones estuvieron jugando cerca del Río Espejo, pero hicieron tanto ruido que los ecos los llevaron a un lugar desconocido. Tienen que ir allí y llamarlos con amor y paciencia" - recomendó el búho.
Lila y Nube agradecieron a Don Nestor y volaron rápidamente hacia el Río Espejo.
Al llegar, el paisaje era deslumbrante, y el agua reflejaba colores que nunca habían visto. Se sentaron un momento a contemplar y luego Lila dijo:
"Nube, ¿sabés cómo llamar a tus amigos?"
"Sí, siempre los llamo con una canción muy especial que compusimos" - respondió Nube, y comenzó a cantar con su hermoso canto.
El eco de su melodía resonó, y poco a poco, uno a uno, los dragones empezaron a aparecer, volando con alegría.
"¡Nube! ¡Pensamos que no podrías encontrarnos!" - dijo uno de los dragones con voz divertida.
"Gracias a Lila y su valentía, estamos juntos de nuevo!" - exclamó Nube, abrazando a sus amigos.
Los dragones eran agradecidos y celebraron con una gran fiesta en el bosque. Desde ese día, decidieron explorar juntos los misterios del bosque y la montaña, aprendiendo a cuidar de cada ser que habitaba en su hogar.
Lila, Nube y los dragones vivieron muchas aventuras, y comprendieron que juntos eran más fuertes para enfrentar cualquier desafío, y que la amistad es el verdadero tesoro de la vida.
Y así, el bosque encantado brilló aún más con alegría y armonía, gracias a la valentía de una pequeña hada y de un unicornio que nunca dejaron de creer en sí mismos.
FIN.