El Bosque de los Sueños



En un lugar muy lejano, donde el cielo se encontraba siempre pintado de mil colores y el sol brillaba con un calor amable, había un bosque mágico conocido como el Bosque de los Sueños. Este bosque era hogar de criaturas fantásticas, como duendes que danzaban en las copas de los árboles, hadas que iluminaban la noche con sus destellos, y animales que hablaban como si fueran los mejores amigos de los humanos.

Atrapados en el tiempo, allí los sueños de los niños cobraban vida. Sin embargo, había un pequeño problema: un dragón travieso llamado Fuego, que había decidido que todos los sueños debían ser divertidos, pero solo en su estilo.

Fuego siempre hacía travesuras, convirtiendo los sueños de los niños en aventuras locas y muchas veces caóticas. Por ejemplo, un niño soñaba con volar en una nube suave, y Fuego lo transformaba en una carrera con remolinos de viento que lo hacían girar sin control. Era divertido, sí, pero a veces se sentía un poco asustado.

Un día, dos amigos, Lila una valiente niña de diez años y su perro Lucho, decidieron adentrarse en el bosque para hablar con Fuego y explicarle que los sueños también podían ser tranquilos y bellos. Lila tenía una gran curiosidad por los misterios del bosque y una idea sobre cómo ayudar al dragón a entender que la diversidad de sueños era lo que los hacía especiales.

Mientras caminaban, Lila miraba fascinada los destellos de colores que salían de las flores brillantes y los murmullos de las criaturas mientras jugaban entre sí.

“¡Mirá, Lucho! Este lugar es realmente increíble,” decía Lila al ver a un grupo de hadas que volaban en círculos, dejando un rastro de purpurina a su alrededor.

“Grr, grr, sí, pero tenemos que encontrar a Fuego rápido. Si tenemos suerte, quizás podamos llevarlo a nuestra aventura soñada,” respondió Lucho, moviendo su cola con emoción.

Finalmente, encontraron a Fuego sentado en una roca, mirando pensativo el cielo. Lila se armó de valor y se acercó.

“-Hola, Fuego. Somos Lila y Lucho, y venimos a hablar contigo,” dijo la niña, con la voz un poco temblorosa.

Fuego giró la cabeza y sonrió, con sus ojos brillantes como el fuego: “-¡Hola, amigos! ¿Qué los trae a mi rincón del bosque? ”

“Vimos que transformas los sueños. Y sabemos que pueden ser muy divertidos, pero también podemos soñar en paz y alegría, ¿no crees? ” propuso Lila.

“-¿Cómo es eso? ” preguntó Fuego, curioso.

“Imagínate un sueño donde podamos volar con aves coloridas, sentir la suavidad de las nubes y escuchar las historias de los árboles. Eso también puede ser divertido. A veces, los sueños también pueden ser... tranquilos,” explicó Lila gesticulando con entusiasmo.

Fuego pensó en esto. “-No lo había visto de esa manera. Siempre pensé que los sueños eran más divertidos cuando eran emocionantes,” admitió el dragón, rasguñándose la cabeza.

“Así es, Fuego. La belleza está en la variedad de los sueños. ¿Qué tal si hacemos una mezcla? Podemos tener travesuras y a la vez un sueño sereno. ¡Sería el mejor de ambos mundos! ” sugirió Lucho, moviendo su cola con alegría.

Fuego, ahora emocionado, estaba listo para intentar algo nuevo. “-¡Sí! ¡Vamos a soñar juntos! Haremos un sueño en el que todos en el bosque tengan una aventura divertida pero también tranquila. ¡Seremos los mejores amigos de los sueños! ”

En ese instante, Lila, Lucho y Fuego se unieron, y juntos crearon un arcoíris que se extendió sobre el Bosque de los Sueños. Desde ese día, las travesuras de Fuego se convirtieron en risas y felicidad.

Todos los sueños en el bosque, tanto los agitados como los serenos, coexistían, llenando la vida de todos de diversión y asombro. Y así, aprendieron que la diversidad era lo que hacía cada aventura memorable.

Desde entonces, Fuego se convirtió en el guardián de los sueños, asegurándose de que todos pudieran disfrutar de un poco de caos y tranquilidad al mismo tiempo. Y en el Bosque de los Sueños, cada día era una nueva aventura que ofrecía lo mejor de ambos mundos: sueños locos y momentos de calma que se atesorarían para siempre.

FIN.

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