El Bosque de los Sueños Brillantes



En un pequeño pueblo rodeado de montañas, había un bosque maravilloso llamado el Bosque de los Sueños Brillantes. Este lugar estaba lleno de árboles altos que relucían con hojas doradas y flores que cantaban melodías suaves. Los habitantes del pueblo contaban que en el corazón del bosque se encontraba un árbol mágico que podía conceder un deseo a aquellos que creyeran en la fuerza de la amistad.

Un día, tres amigos inseparables: Sofía, Tomás y Benjamín, decidieron aventurarse en el bosque.

"¿Te imaginas lo que podríamos pedirle al árbol mágico?" - preguntó Sofía con una sonrisa.

"¡Sí! Podríamos pedir muchas cosas!" - exclamó Tomás, entusiasmado.

"Pero, ¿qué es lo que realmente deseamos?" - reflexionó Benjamín, mirando hacia el horizonte entre los árboles.

Mientras caminaban, se encontraron con un pequeño ciervo que parecía asustado.

"¿Qué te pasa, amigo?" - preguntó Sofía, acercándose con cuidado.

"¡Me he perdido y no puedo encontrar a mi mamá!" - gimió el ciervo tropezando con unas ramas.

Los tres amigos se miraron. Sofía fue la primera en hablar.

"¡No te preocupes! Te ayudaremos a encontrarla."

"¿Pero cómo? El bosque es tan grande..." - dijo Tomás con un tono dudoso.

"Si nos unimos y seguimos el rastro de su olor, seguro que la encontramos." - propuso Benjamín.

Decididos, los tres amigos se hicieron un círculo y comenzaron a seguir el rastro del ciervo. Caminando con paso firme, descubrieron flores que cambiaban de color y mariposas que danzaban en el aire. El suave murmullo de los ríos los guiaba mientras el pequeño ciervo les contaba sobre su mamá.

"Ella es la más bonita de todos los ciervos. Tiene ojos que brillan como las estrellas" - dijo el ciervo con la voz temblorosa.

Tras una larga búsqueda, llegaron a un claro donde un hermoso ciervo estaba buscando hierba.

"¡Mamá!" - gritó el ciervo mientras corría hacia ella.

Los amigos sonrieron al ver cómo se reencontraban, pero sus corazones se llenaron de una extraña sensación.

"Hicimos una buena acción hoy," - dijo Sofía.

"Sí, y hemos aprendido que ayudar a los demás también es un deseo," - agregó Tomás.

"Tal vez eso es lo que realmente queríamos pedirle al árbol mágico." - concluyó Benjamín con una mirada satisfecha.

Poco después, decidieron continuar su camino hacia el árbol mágico. Cuando finalmente lo encontraron, su tronco era enorme y sus hojas brillaban intensamente.

"Bueno, ya que hemos aprendido algo importante, ¿qué deseamos?" - preguntó Sofía.

"Quisiera que todos los animales del bosque vivieran en armonía," - dijo Tomás con confianza.

"Y que todos los niños aprendieran a cuidar la naturaleza,” - continuó Benjamín.

Al escuchar sus deseos, el árbol mágico comenzó a brillar más aún y una suave brisa recorrió el lugar.

"Sus deseos se han convertido en sabiduría," - resonó una voz etérea desde el árbol.

"Recuerden, lo que compartan con el mundo regresa a ustedes multiplicado. Los verdaderos deseos nacen del corazón y de la amistad."

Al regresar al pueblo, los tres amigos se dieron cuenta de que, aunque no habían pedido un deseo material, sí habían encontrado algo invaluable: la fuerza de su amistad y la importancia de cuidar de aquellos que nos rodean.

Y así, el Bosque de los Sueños Brillantes no solo los había guiado en una aventura, sino que había sembrado en ellos una semilla de amor por la naturaleza y un deseo de ayudar a los demás, que florecería por siempre en sus corazones.

FIN.

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