El Bosque de los Sueños Perdidos



En un pueblo pequeño llamado Arcoíris, donde las flores siempre brillaban bajo el sol y los pájaros cantaban melodías mágicas, vivían dos mejores amigos: Marc y Laia. A pesar de que era un pueblo feliz, a veces la tristeza se posaba sobre él como una nube gris, sobre todo cuando los niños discutían y no se respetaban entre ellos.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano, Laia avistó algo extraño entre los árboles.

"Mirá, Marc. ¿Ves eso? Parece un arco iris de colores que va hacia el fondo del bosque. ¡Vamos a verlo!"

"¡Sí! Puede que haya un tesoro escondido. ¡Corre!"

Los dos amigos se adentraron en el bosque, siguiendo el sorprendente brillo de colores. Al acercarse, se dieron cuenta de que era una corriente mágica de luz que emanaba de un árbol gigante. Curiosos se acercaron al árbol y, ante sus ojos, un antiguo libro apareció flotando.

"¡No lo puedo creer!" exclamó Laia.

"¿Creés que debemos abrirlo?" preguntó Marc, un poco dudoso.

Laia asentó con la cabeza. Con un suave toque, el libro se abrió y reveló historias de cada niño del pueblo. Pero había algo extraño: algunas páginas estaban en blanco.

"¿Por qué hay páginas en blanco?" preguntó Laia, confundida.

"Quizás son historias que aún no se han vivido. ¡Tal vez tengamos que escribirlas!" dijo Marc emocionado.

Al presionar una página con sus dedos, el árbol comenzó a temblar. De repente, dos criaturas mágicas salieron volando: un dragón diminuto de colores brillantes y un unicornio con un cuerno reluciente.

"¡Hola, amigos! Soy Drako, el dragón, y ella es Luni, la unicornia. Hemos estado esperando que regresen los sueños perdidos de Arcoíris. ¡Necesitamos su ayuda!"

"¿Sueños perdidos?" preguntó Marc.

"Sí, los sueños se han ido porque los niños ya no se respetan ni se cuidan. ¡Debemos recuperarlos!" contestó Luni.

"¿Nosotros? Pero, ¿cómo?" inquirió Laia.

"Juntos, tendrán que unir a los niños del pueblo. Solo así los sueños regresarán al libro."

Marc y Laia, emocionados y con un propósito, salieron corriendo hacia su pueblo. Al llegar, descubrieron que algunos niños estaban discutiendo por un juego.

"¡Chicos!" gritó Laia. "Debemos recordar que el respeto y la amistad son lo más importante. ¡Si no aprendemos a ser amigos, los sueños se irán para siempre!"

Los niños se miraron, algo confundidos.

"Pero, ¿qué podemos hacer?" preguntó un niño llamado Tomi.

"¡Podemos hacer un gran juego en el parque!" sugirió Marc. "Podemos involucrar a todos y así recordar cuánto nos divertimos juntos."

"¡Sí!" exclamó Laia. "Hay que hacer equipos y jugar por turnos. Si no respetamos el turno de cada uno, el juego no será divertido."

Así fue como organizando el juego, los días pasaron llenos de risas y aventuras. El espíritu de la amistad comenzó a crecer entre todos, y poco a poco, los colores del mundo comenzaron a regresar. El cielo se veía más brillante y las flores sonreían nuevamente.

Un día, Marc y Laia fueron al bosque a ver si los sueños regresaban. Con gran sorpresa, encontraron el libro abierto y cada página llena de historias llenas de risas y juegos de los niños del pueblo. Drako y Luni aparecieron de nuevo.

"¡Lo han logrado!" dijo Drako con alegría.

"¡Gracias por mostrarles la importancia del respeto y la amistad!" añadió Luni.

Desde ese día, el bosque y el pueblo se llenaron de energía y color, y todos aprendieron que la verdadera magia reside en un corazón que respeta y cuida a los demás, y en la amistad que todos compartían.

FIN.

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