El Bosque de los Sueños Perdidos



Era un día nublado cuando un grupo de cuatro amigos, Sofía, Tomás, Valentina y Lucas, decidió aventurarse en el bosque que se encontraba cerca de su pueblo. Todos habían oído historias sobre ese bosque: un lugar lleno de maravillas, pero también de misterios. A pesar de su temor, la curiosidad los llevó a adentrarse en él.

Mientras caminaban, comenzaron a notar que el lugar se tornaba más oscuro y extraño. Los árboles parecían susurrar entre ellos y una ligera bruma cubría el suelo.

"¿No les da miedo estar aquí?" - preguntó Valentina, mirando hacia las sombras que danzaban entre los troncos.

"Es solo un bosque", respondió Tomás, intentando parecer valiente.

"¿Y si encontramos un tesoro?" - sugirió Lucas, tratando de aligerar el ambiente.

"O un dragón... o una bruja", agregó Sofía con tono de broma.

De repente, un crujido a su izquierda los hizo voltear. Allí, entre los arbustos, apareció una figura extraordinaria: una bruja de cabello largo y canoso, que llevaba una capa brillante y una sonrisa enigmática.

"Hola, pequeños aventureros. No tengan miedo, soy la Bruja Aurora. He estado esperando a que llegaran".

Los niños se miraron asustados y fascinados al mismo tiempo.

"¿Esperándonos? ¿Por qué?" - preguntó Tomás, sintiendo que su valentía se desvanecía.

"Porque necesito su ayuda. Este bosque está lleno de sueños perdidos que necesitan regresar a sus dueños". Aurora señaló un pequeño claro donde un brillo suave emanaba.

"Pero... no sabemos cómo ayudarlos", dijo Valentina.

"No se preocupen. Solo deben seguirme y escuchar la canción de los sueños".

Los niños se miraron entre sí, y con un suspiro colectivo, decidieron seguir a la bruja. Al llegar al claro, vieron a una extraña criatura: un pequeño dragón colorido que parecía estar llorando.

"¡Oh, no!" - exclamó Lucas. "¿Por qué llora?"

"Se llama Pebble y es el guardián de los sueños. Su luz se ha apagado porque necesita la alegría de los niños para brillar" - explicó Aurora.

Pebble levantó la mirada y dijo:

"Sin sueños felices, el bosque se vuelve oscuro y triste".

Los niños sintieron tristeza al ver al dragón así.

"¿Podemos ayudar?" - preguntó Sofía.

"Por supuesto, solo deben recordar sus sueños más felices y compartirlos conmigo" - dijo Pebble.

Así que cada uno, a su manera, comenzó a contar sus sueños y momentos felices. Sofía habló de su viaje a la playa, Tomás de su cumpleaños sorpresa, Valentina compartió su éxito en el arte y Lucas contó su increíble aventura en un campamento. A medida que hablaban, Pebble empezó a brillar más intensamente.

"¡Sigan, no paren!" - animó Aurora.

Los niños se sintieron más inspirados y continuaron compartiendo sus sueños. De repente, Pebble emitió un brillo tan fuerte que iluminó todo el bosque.

"¡Lo lograron!" - exclamó Aurora con alegría. "Los sueños han regresado. Ahora, Pebble podrá cuidar de este bosque y de todos los sueños que aquí habitan".

Pebble, ahora lleno de luz, batió sus alas y voló alrededor de los niños.

"Gracias, amigos. Han devuelto la alegría a este lugar. Recuerden siempre que sus sueños tienen un poder especial".

Con una sonrisa, la bruja Aurora les dijo:

"Ahora es hora de que regresen a casa. Pero, nunca olviden el poder de sus sueños y la importancia de compartirlos".

Los niños se despidieron de Pebble y Aurora, sintiéndose más valientes y unidos que nunca. Al salir del bosque, miraron hacia atrás y vieron cómo Pebble danzaba en la luz que iluminaba el lugar.

"¡Vieron! No era tan aterrador después de todo" - dijo Tomás.

"Tenías razón, la curiosidad vale la pena" - sonrió Sofía.

Desde ese día, cada uno de ellos comenzó a compartir sus sueños más a menudo, creando un lazo indisoluble de amistad que los llevaría a vivir muchas más aventuras.

FIN.

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