El Bosque de los Sueños Perdidos
Era un soleado día de primavera cuando Lucas, Camila y Tomás se encontraron en la plaza del barrio. Con sus mochilas cargadas de snacks y una gran dosis de curiosidad, decidieron hacer un recorrido por el Bosque de los Sueños Perdidos, un lugar que había sido su refugio desde pequeños. Sin embargo, algo no estaba bien. Los árboles parecían menos frondosos y las flores perdían su color vivaz.
"Che, ¿no les parece que el bosque se ve diferente?" - preguntó Lucas, frunciendo el ceño.
"Sí, parece que los sueños están perdiendo su magia..." - respondió Camila, observando un árbol que solía estar cubierto de flores.
"Vamos a investigar, tal vez podamos ayudar a que recupere su encanto!" - exclamó Tomás con entusiasmo.
Los tres amigos se adentraron en el bosque, y pronto se encontraron con un claro que jamás habían visto. En el centro había una gran piedra con tres símbolos: un corazón, un rayo y una brújula.
"¿Qué creés que significan?" - preguntó Camila, mirando a sus amigos.
"¡Parece que tenemos tres pruebas por delante!" - dijo Lucas emocionado.
Sin pensarlo dos veces, decidieron enfrentar la primera prueba: el Coraje. Frente a ellos había un pequeño puente colgante que cruzaba un precipicio.
"Es solo un puente, no puede ser tan aterrador" - dijo Tomás tratando de convencerse.
"Yo voy primero" - dijo Lucas, poniendo un pie en el puente. Temblaba un poco, pero avanzó. Cuando estuvo a la mitad, miró hacia abajo y se sintió mareado.
"¡No mires abajo!" - gritó Camila. "Concentra tu mirada en el otro lado!"
Lucas cerró los ojos por un segundo y respiró hondo. Sintió que el viento le daba fuerzas y, abriendo los ojos, dio un paso más. Finalmente cruzó al otro lado con un gran grito de alegría.
"¡Lo logré!" - exclamó Lucas, brillando de emoción. "Ahora les toca a ustedes."
Camila y Tomás se miraron y, aunque un poco temerosos, decidieron seguir su ejemplo. Con cada paso, se animaban entre ellos, y también lograron cruzar.
"¡Ahora somos valientes!" - dijo Tomás. "Vamos por la segunda prueba."
Siguiendo el camino, llegaron a un sendero cubierto de espinas y ramas. Esta era la prueba de la Perseverancia. No era fácil avanzar sin lastimarse, pero los tres amigos estaban decididos a seguir.
"No puedo más, estoy cansada" - se quejó Camila, viendo cómo se lastimaba la ropa.
"No te rindas, ¡estamos casi allí!" - animó Lucas, estirando su mano para ayudarla.
"Tenés razón, juntos podemos lograrlo" - respondió Camila, tomando su mano.
Al final del camino, después de muchas caídas y risas, llegaron a un hermoso lago. El lugar estaba cubierto de flores y lucía como un paraíso.
"¡Lo logramos!" - gritó Tomás.
Y aunque estaban cansados, no se detuvieron, porque aún les faltaba la última prueba: la Amistad. En el lago había un barquito de madera que necesitaba ser reparado para navegar.
"¿Qué hacemos?" - preguntó Camila.
"Debemos trabajar juntos, cada uno puede hacer algo" - sugirió Lucas.
Empezaron a buscar las herramientas y, aunque al principio no se entendían bien, pronto se organizaron: Tomás atornillaba las tablas, Camila pintaba el barco y Lucas buscaba más materiales. Después de un largo rato, el barco quedó listo. El brillo en sus ojos no solo reflejaba el sol, sino también la dicha de haber trabajado juntos.
"¡Vamo', a navegar!" - gritó Tomás, mientras se subían todos al barquito.
Surcando las aguas, el barco brilló más que nunca. Los amigos se dieron cuenta de que juntos habían superado las pruebas y recuperado la magia del bosque. El paisaje a su alrededor se tornó más colorido y vibrante, como si celebrara su valía.
Al volver a la plaza, prometieron cuidar el bosque cada día, asegurándose de que nunca volviera a perder su encanto.
"Siempre seremos un equipo!" - dijo Camila, mirándolos con una gran sonrisa.
"¡Así es!" - respondieron Lucas y Tomás al unísono, llenos de alegría y amistad.
Después de aquella aventura, el Bosque de los Sueños Perdidos floreció de nuevo, lleno de magia y risas, gracias al coraje, la perseverancia y la amistad de tres valientes amigos.
FIN.