El bosque de los sueños perdidos
En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes, vivía una niña llamada Aymara. Con solo diez años, Aymara era curiosa, valiente y amante de la naturaleza. A menudo se sentaba bajo un gran árbol de lapacho, donde su abuela le contaba historias sobre los ancestros y el bosque mágico que existía más allá de las colinas.
Un día, mientras exploraba un sendero que nunca había visto, Aymara descubrió una entrada oculta al bosque de los sueños perdidos. A medida que avanzaba, el paisaje se transformó. Los árboles susurraban secretos, las flores brillaban con colores nunca antes vistos y el aire estaba impregnado de aromas dulces que la hacían sentir como si estuviera en un cuento.
De repente, se encontró con un grupo de criaturas mágicas que cuidaban del bosque. Había un hermoso colibrí llamado Tuka, una tortuga sabio llamada Yara y un travieso zorro llamado Kiri.
"¡Hola! ¿Qué haces aquí?" - preguntó Tuka volando alrededor de Aymara.
"Vine a explorar... ¡el bosque es impresionante!" - exclamó Aymara emocionada.
Kiri, con su cola esponjosa, se acercó.
"Pero... ¿sabes que este bosque está en peligro?" - dijo el zorro con un tono de preocupación.
"¿Peligro? ¿Por qué?" - preguntó Aymara, interesada.
Yara, la tortuga, aclaró su voz:
"Una sombra oscura está tratando de robar nuestros sueños. Si no hacemos algo, el bosque perderá su magia, y todos los sueños que aquí viven desaparecerán."
Aymara se sintió comprometida a ayudar. Juntos formaron un plan. Decidieron reunir a todos los animales mágicos del bosque para crear una gran ceremonia que los llenara de energía. La ceremonia invocaría la fuerza de los sueños de los habitantes del pueblo, quienes muchas veces olvidaban la importancia de cuidar la naturaleza.
"¡Necesitamos tu ayuda!" - le dijo Aymara a Tuka, "¿Puedes volar y avisar a todos?".
Con su pequeño cuerpo brillante, Tuka salió disparado, mientras Aymara, Kiri y Yara preparaban todo. Cuando el sol comenzó a ponerse, los animales de todos los rincones se reunieron en un claro. Había ciervos, mariposas, y hasta un viejo búho que todos respetaban.
"¡Queremos proteger nuestros sueños!" - gritó Aymara mirando a los ojos de los presentes.
"¡Sí!" - contestaron todos al unísono.
A medida que la ceremonia comenzó, Aymara cantó una canción que su abuela le había transmitido, una melodía que honraba la tierra y el agua. Poco a poco, un resplandor comenzó a emerger del suelo, una luz mágica que llenó el aire con esperanza.
Pero en medio de la ceremonia, apareció la sombra oscura, un ente que quería absorber toda esa energía.
"No dejaremos que lo hagas, somos más fuertes juntos" - gritó Aymara, enfrentando su miedo.
Kiri se lanzó hacia adelante, distrayéndola mientras Yara, con su sabiduría, dirigía a todos en un círculo y pedía que visualizasen sus propios sueños, llenándolos de luz.
La sombra se debilitó ante la fuerza colectiva de sueños y esperanzas. Finalmente, gritando con agonía, desapareció, dejando al bosque en paz.
"Lo logramos" - dijo Aymara sorprendida, mirando a sus amigos.
"Sí, pero no olvidemos que debemos cuidar nuestra tierra siempre" - replicó Yara con una sonrisa.
"¡Así es!" - exclamó Kiri.
"Y volver a contarnos historias sobre ella," agregó Aymara, mientras el ambiente se llenaba de risas y música.
A partir de ese día, Aymara se convirtió en la guardiana del bosque, visitándolo siempre y recordando a su pueblo la importancia de soñar y cuidar la naturaleza. Las historias de su aventura se pasaron de generación en generación, inspirando a los niños a proteger lo que amaban.
Y así, el bosque de los sueños perdidos floreció, siempre lleno de magia, donde los sueños nunca se perderían y la amistad siempre sería más fuerte que cualquier sombra.
FIN.