El Bosque de los Sueños Verdes



Lía vivía en una pequeña aldea cerca del Bosque de los Sueños Verdes, un lugar lleno de magia y vida. Desde pequeña, Lía había sentido una conexión especial con el bosque. Sus árboles gigantes, los riachuelos cristalinos y las flores de colores vivaces la invitaban a explorarlo. Ella pasaba horas sentada bajo su árbol favorito, un roble anciano que tenía una corteza rugosa y un tronco tan ancho que necesitaba tres abrazos para rodearlo por completo. Cada vez que se acercaba, parecía que el bosque le susurraba secretos al oído.

Un día, mientras Lía paseaba por el sendero cubierto de hojas, escuchó una risa cercana.

- “¡Hola! ¿Quién está ahí? ” - preguntó, mirando a su alrededor con curiosidad.

De detrás de un arbusto, apareció una pequeña criatura peluda con alas brillantes, era un Duendecillo del bosque.

- “¡Hola, Lía! Soy Bambu, el Duende Cuidador del Bosque. Estoy aquí para cuidar de todos mis amigos” - dijo, mientras revoloteaba a su alrededor.

- “Wow, ¡qué emocionante! ¿Qué hacen los duendecillos? ” - exclamó Lía.

- “Nos aseguramos de que todo en el bosque esté en armonía, pero ahora necesitamos tu ayuda” - dijo Bambu, frunciendo el ceño.

Intrigada, Lía se inclinó un poco más hacia adelante.

- “¿Ayudar? ¿Cómo puedo ayudar? ”

- “Un grupo de leñadores llegó y están cortando árboles sin pensar. Si siguen así, el bosque se secará, y se perderán nuestros sueños. Misty, la guardiana de los sueños, ha caído en un profundo sueño porque está muy preocupada” - explicó Bambu, con una expresión triste.

Determina a ayudar, Lía se puso en marcha con Bambu. Juntos, atravesaron el frondoso bosque, encontrando criaturas mágicas por el camino, todas preocupadas por el futuro del Bosque de los Sueños Verdes.

Una vez que llegaron a la cima de una colina, Lía vio a los leñadores talando árboles sin compasión. Lía sintió que su corazón se apretaba al ver cómo los animales del bosque huían asustados.

- “¡Bambu, tenemos que hacer algo! ” - dijo Lía, con decisión.

- “Puede que podamos hablar con ellos, pero necesitan entender la importancia total del bosque” - sugirió Bambu, tambaleándose un poco por la sorpresa.

Lía pensó por un momento y tuvo una idea. Ella estaba segura de que si los leñadores conocían mejor al bosque y sus maravillas, cambiarían de opinión.

Entonces, se acercaron sigilosamente, y Lía, con voz fuerte, exclamó:

- “¡Hola! Me llamo Lía, y soy amiga del Bosque de los Sueños Verdes.”

Los leñadores se sorprendieron y dejaron de trabajar. Uno de ellos, el más grande, se acercó y preguntó:

- “¿Qué quieres, pequeña? ”

Lía tragó saliva y dijo:

- “El bosque no solo es madera, es hogar de muchos seres mágicos. Si lo destruyen, perderán la alegría y la magia que nos rodea. Esta es nuestra herencia y sueños de todos los que vivimos aquí.”

Los leñadores miraron a su alrededor y vieron cómo los pájaros anidaban en las copas de los árboles y cómo las flores danzaban con la brisa.

Uno de los leñadores más jóvenes se atrevió a hablar:

- “Nunca pensé en el bosque de esta manera. Tal vez deberíamos pensar en plantar más árboles en lugar de solo cortarlos.”

Bambu aplaudió con entusiasmo.

- “¡Exacto! Si plantan árboles, el bosque crecerá más fuerte y los sueños de todos se mantendrán vivos.”

Los leñadores comenzaron a discutir entre ellos, y poco a poco, resolvieron cambiar su enfoque y ayudar al bosque en lugar de dañarlo.

Lía y Bambu miraron cómo los leñadores comenzaban a plantar pequeños arbolitos, prometiendo cuidar de ellos en el futuro.

- “¡Lo logramos, Lía! ” - gritó Bambu, girando en el aire.

- “Esto es solo el comienzo. Debemos contarles a todos en la aldea sobre nuestros sueños y cómo protegerlos” - sonrió Lía, llena de esperanza.

De regreso a su hogar, Lía y Bambu hablaron con los aldeanos y juntos organizaron un festival para celebrar el Bosque de los Sueños Verdes. Había música, bailes y cuentos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

A partir de ese día, Lía se convirtió en la cuidadora de los sueños, y nunca olvidó lo que pudo lograr con un poco de valentía y amistad. Y cada vez que miraba al bosque, sabía que sus sueños ahora estarían siempre protegidos, floreciendo para futuras generaciones.

FIN.

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