El Bosque de los Susurros



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Luminoso, donde todos los habitantes vivían felices y en paz. Sin embargo, había un bosque cercano que los niños evitaban, ya que contaban historias de que en su interior había una criatura misteriosa que susurraba sus peores temores.

Un día, los niños decidieron aventurarse al bosque. Al principio, el grupo estaba formado por cuatro amigos: Mateo, Sofía, Lucas y Valentina. Mientras caminaban por el sendero cubierto de hojas, escucharon un leve susurro.

"¿Escucharon eso?" - preguntó Mateo, mirando a su alrededor con los ojos bien abiertos.

"Es solo el viento, no hay de qué preocuparse" - respondió Sofía, tratando de animar al grupo.

A medida que avanzaban, el susurro se hacía más fuerte, parecía que el bosque les hablaba. A cada paso, los niños sentían una mezcla de emoción y un poco de miedo. De pronto, una sombra se movió entre los árboles, y todos se detuvieron.

"Tal vez deberíamos volver" - sugirió Lucas, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

Valentina, que siempre había sido la más valiente, dijo:

"No tengo miedo, debemos enfrentarlo. Si es un monstruo, algo bueno debe querer contarnos".

Con un profundo suspiro, decidieron seguir adelante. Al llegar a un claro, se encontraron con una criatura peculiar: tenía grandes orejas, ojos profundos y un cuerpo cubierto de hojas y flores.

"Hola, niños" - dijo la criatura con voz suave y melódica. "Soy Oren, el guardián del bosque. No quiero hacerles daño, sino compartir algo muy importante".

Los niños se miraron entre sí, confundidos.

"¿Por qué nos asustaste con tus susurros?" - preguntó Mateo, todavía dudoso.

"Lo hice para que pudieran enfrentarse a sus miedos. Muchas personas creen que las sombras son terroríficas, pero en realidad solo buscan ser comprendidas y escuchadas. Si tienen miedo de algo, entenderlo puede ayudarles a superarlo" - explicó Oren.

"Pero, ¿cómo podemos entender lo que tememos?" - preguntó Sofía.

"Tienen que hablar de ello. El miedo se vuelve más grande cuando guardamos silencio" - respondió Oren, sonriendo.

Los niños se sentaron en círculo alrededor de Oren y comenzaron a compartir sus miedos. Mateo temía a las tormentas, Sofía temía a la oscuridad, Lucas a perder a sus amigos y Valentina a no ser lo suficientemente valiente.

Mientras hablaban, la atmósfera cambió. Al compartir sus sentimientos, se dieron cuenta de que no estaban solos. Oren escuchaba atentamente y los hacía sentir seguros.

"¿Ven? Al hablarlo, se siente más ligero, ¿verdad?" - dijo Oren, mientras se movía un poco, dejando caer algunas hojas de su cuerpo.

"Sí, es verdad. Ahora entiendo que el miedo es una parte normal de la vida" - respondió Lucas, aliviado.

Oren les enseñó a usar la respiración profunda como una herramienta para enfrentar sus temores. Juntos, practicaron y se sintieron valientes. También les explicó que la naturaleza estaba llena de sorpresas y que cada sombra o ruido tenía su propia historia.

"Cuando sientan miedo, recuerden que es solo una oportunidad para aprender algo nuevo" - concluyó Oren.

Con una nueva perspectiva, los niños decidieron volver al pueblo. Prometieron visitarlo a menudo y compartir lo aprendido con sus amigos y familiares. Ahora, el bosque de los susurros no parecía tan aterrador, sino un lugar lleno de historias que merecían ser escuchadas.

Mientras se alejaban, Oren los despidió con una sonrisa.

"Recuerden, siempre que tengan miedos, busquen a alguien con quien hablar. No están solos en esto".

Desde entonces, los amigos se convirtieron en defensores de enfrentar el miedo con valentía y empatía. Y siempre que alguien en el pueblo contaba historias sobre el bosque, ellos sonreían, recordando la lección más valiosa que habían aprendido: el verdadero poder está en compartir y entender lo que tememos.

FIN.

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