El Bosque de los Susurros



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Luzdeluna, un espeso bosque conocido como el Bosque de los Susurros. Los habitantes del pueblo hablaban de sus leyendas, sobre cómo el árbol más antiguo, llamado El Susurrón, poseía el poder de conceder deseos pero susurraba en Lúgubre Lengua, una lengua que solo los más valientes podían entender.

Un día, dos amigos inseparables, Lía y Tomás, decidieron aventurarse en el bosque. Lía era una niña de rizados cabellos dorados y ojos curiosos, mientras que Tomás era un chico de mirada intensa y corazón valiente.

Al entrar al bosque, Lía miró alrededor. "-Este lugar me da un poco de miedo, Tomás." dijo, con una mezcla de temor y emoción.

"No te preocupes, Lía. Solo es un bosque, y tenemos que encontrar ese árbol. ¡Imagínate lo que podríamos pedir!"- respondió Tomás con entusiasmo.

Mientras caminaban, comenzaron a escuchar susurros. "¿Oíste eso?"- preguntó Lía, apretando la mano de Tomás. "Creo que está hablando..."-.

"Es solo el viento. Hay que seguir adelante, el Susurrón nos espera"- dijo él, aunque él mismo sentía un escalofrío recorriendo su espalda.

Al avanzar, se encontraron con sombras danzantes que parecían seguirlos. "No te preocupes, son solo árboles antiguos..."- intentó tranquilizarla Tomás, aunque sus propias palabras sonaban débiles frente a la sombra que proyectaban.

Finalmente, llegaron frente a un árbol majestuoso. Sus hojas brillaban y, a pesar de su apariencia lúgubre, emitía un aura mágica.

"¡El Susurrón!"- exclamó Lía, maravillada. "Se ve imponente... y un poco aterrador."-

"Sí, pero recuerda lo que dicen: solo los valientes pueden hacer un deseo. Vamos a intentarlo juntos"- dijo Tomás con determinación.

Acercándose al árbol, comenzaron a escuchar los susurros más claros:

"Solo en la verdad se encuentra el sueño, ¿qué es lo que desean, jóvenes de corazón noble?"-

Lía, temblando, gritó: "Queremos que nuestro pueblo siempre tenga luz y alegría, y que el miedo no gobierne nuestros corazones"-.

De repente, un viento helado sopló, y las sombras comenzaron a moverse con más fuerza. "¿Qué está pasando?"- preguntó Tomás, asustado. "El árbol está respondiendo a nuestro deseo... ¡Pero algo no está bien!"-

Las sombras se alzaron y comenzaron a retorcerse, formando figuras ominosas. Lía se aferró más fuerte a Tomás. "¿Qué deberíamos hacer ahora?"-

"Debemos ser valientes, Lía. Y recordar que el verdadero poder del deseo está dentro de nosotros. No podemos dejar que el miedo nos venza"- declaró Tomás, buscando su determinación interna.

"¿Y si dejamos que el Susurrón escuche el eco de nuestro deseo genuino, en lugar de solo palabras? ¡Cierre los ojos e imagina el pueblo lleno de luz y de risa!"- sugirió Lía, eligiendo concentrarse en la alegría que querían ver.

Ambos cerraron los ojos y se imaginaron a todos los habitantes del pueblo riendo, jugando y compartiendo momentos felices, llenos de luz. Los susurros cambiaron, ahora sonaban como música.

Al abrir los ojos, las sombras comenzaron a desvanecerse, y en su lugar, una suave luz dorada iluminó el bosque, revelando flores que comenzaron a brotar alrededor del Susurrón.

Los dos amigos sonrieron, comprendiendo el poder de lo que acababan de hacer. "Lo logramos, Tomás. Nuestro deseo fue honesto y puro. La luz ha encontrado su camino"- dijo Lía, abrazando a su amigo.

Al regresar al pueblo, aprendieron que el secreto para enfrentar los miedos y los momentos lúgubres era la conexión entre ellos, la amistad y los sueños compartidos. Nunca olvidaron de qué se trataba realmente la luz: no era solo la ausencia de oscuridad, sino la presencia de amor y alegría en sus corazones.

Desde entonces, el Bosque de los Susurros dejó de ser un lugar temido y se convirtió en un símbolo de valentía y esperanza. Lía y Tomás, junto a sus amigos, continuaron explorando el bosque, contando las historias de su aventura, eligiendo siempre ver la luz en cada rincón del mundo. Y así, Luzdeluna brilló con alegría por siempre jamás.

FIN.

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