El Bosque de los Susurros
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque, una niña llamada Luna. Todos los días, después de la escuela, Luna corría hacia el bosque para jugar con sus amigos los animales.
Un día, mientras exploraba, escuchó un susurro. "¡Luna! ¡Ven aquí!"- dijo un pequeño picaflor. Luna miró a su alrededor, sorprendida.
"¿Quién me llama?"- preguntó, curiosa. El picaflor revoloteó a su lado, agitándose emocionado.
"Soy yo, el picaflor. Hay algo muy importante que necesitas saber sobre nuestro hogar, el bosque"- respondió él.
Luna siguió al picaflor, quien la condujo a un claro donde se reunieron otros animales: el conejo, la tortuga y el zorro.
"Nuestra casa está en peligro, Luna. La gente no entiende lo que significa cuidar la naturaleza"- explicó el conejo, con voz triste.
"¿Pero cómo podemos ayudar?"- inquirió Luna, preocupada.
"Debemos enseñar a todos que los árboles, las flores y los animales son nuestros amigos. Si todos colaboramos, podremos salvar el bosque"- afirmó el zorro.
Luna sintió que una chispa de valentía crecía en su corazón. "¡Yo les contaré a mis amigos en el pueblo!"- decidió.
A la mañana siguiente, invitó a todos los niños del pueblo a una aventura en el bosque. "¡Vengan, tengo algo muy importante que mostrarles!"- exclamó Luna, mientras conducía a sus amigos al claro.
Cuando llegaron, los animales se presentaron. "Hola, amigos. Somos el picaflor, el conejo, la tortuga y el zorro. Necesitamos su ayuda para cuidar el bosque"- dijo el picaflor.
Los niños estaban maravillados. "¡Wow!"- exclamaron, mientras escuchaban con atención.
"Si plantamos más árboles y cuidamos el agua de los ríos, podemos hacer que nuestro bosque sea más fuerte y feliz"- explicó Luna.
Así, los niños empezaron a trabajar juntos. Plantaron semillas, hicieron pósters con mensajes sobre cómo cuidar la naturaleza y jugaron alegremente con los animales.
Al cabo de unas semanas, el bosque comenzó a florecer y los animales estaban más felices que nunca.
"Gracias, Luna, por ser nuestra amiga y cuidar de nosotros"- dijo la tortuga, mientras sonreía.
Luna se sintió orgullosa. "Todos juntos podemos hacer una gran diferencia. ¡La naturaleza es nuestra amiga!"- declaró con una gran sonrisa.
Y desde ese día, los niños del pueblo hicieron un pacto: cuidarían siempre de la naturaleza y jugar con los animales, entendiendo que juntos, humanos y seres de la naturaleza, podían vivir en armonía.
Y así, el bosque siempre susurraba el nombre de Luna, la niña que unió a los niños y a los animales en un gran abrazo de amor por la naturaleza.
FIN.