El bosque de los tesoros perdidos



Había una vez tres niños llamados Martina, Juan y Lucas que decidieron aventurarse en el bosque en busca de tesoros escondidos. Llevaban consigo sus mochilas llenas de provisiones y mucha energía para explorar.

- ¡Este bosque es enorme! - exclamó Martina mientras miraba a su alrededor con asombro. - Sí, pero no tenemos miedo. ¡Vamos a encontrar muchos tesoros! - dijo Juan emocionado. - Chicos, no nos separemos.

Recuerden que debemos estar juntos en todo momento - advirtió Lucas, el más prudente del grupo. Los niños caminaron durante horas entre los árboles altos y frondosos, siguiendo pistas imaginarias y buscando señales de algún tesoro escondido. Pero de repente, se dieron cuenta de que estaban perdidos.

- ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Martina con un tono preocupado. - Tranquila, seguro encontraremos el camino de regreso si seguimos caminando hacia adelante - dijo Juan tratando de mantener la calma.

- No sé chicos, creo que deberíamos quedarnos aquí y esperar ayuda. Es peligroso seguir sin saber a dónde vamos - sugirió Lucas con sensatez. Decidieron entonces hacer caso a Lucas y buscar un lugar seguro donde resguardarse mientras esperaban ser rescatados.

Construyeron una pequeña cabaña improvisada con ramas y hojas para protegerse del frío y la oscuridad que comenzaba a caer sobre el bosque.

Mientras esperaban, recordaron las lecciones de supervivencia que habían aprendido en la escuela y aplicaron lo aprendido para mantenerse seguros y tranquilos. Compartieron sus alimentos, contaron historias divertidas para mantener el ánimo alto y se apoyaron mutuamente en todo momento. Pasadas unas horas, escucharon voces familiares acercándose a ellos.

Eran los padres de Martina, Juan y Lucas quienes habían salido en su búsqueda al percatarse de su ausencia prolongada. - ¡Están aquí! ¡Nos encontraron! - gritó Martina emocionada al ver a sus padres correr hacia ellos.

- ¿Están bien? ¿Qué pasó? Estábamos tan preocupados por ustedes - decía la mamá de Juan entre lágrimas de alivio. Los niños explicaron lo sucedido mientras eran abrazados por sus padres quienes les felicitaban por haber actuado con inteligencia y valentía durante esa situación complicada.

Aunque habían estado perdidos por un tiempo, nunca perdieron la esperanza ni dejaron de cuidarse unos a otros. Desde ese día, Martina, Juan y Lucas comprendieron la importancia de la prudencia, el trabajo en equipo y la calma ante situaciones difíciles.

Aprendieron que siempre es mejor prevenir antes que lamentar e internalizaron la importancia de seguir las indicaciones adecuadas cuando se encuentran en entornos desconocidos o peligrosos.

Y así termina esta historia infantil inspiradora donde tres valientes amigos enfrentan juntos una adversidad inesperada en medio del bosque pero logran salir adelante gracias a su ingenio, cooperación mutua y confianza inquebrantable en sí mismos.

FIN.

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