El Bosque de Sara y Teo



Teo, un niño del campo con corazón aventurero, llegó a la ciudad para visitar a su prima Sara. La abuela le había contado sobre las maravillas de la vida urbana, pero Teo no estaba seguro de lo que encontraría. Al llegar a la casa de Sara, fue recibido por ella con una sonrisa radiante.

"¡Hola, Teo! Estoy tan feliz de que estés aquí. ¡Te tengo que mostrar algo increíble!" dijo Sara, con entusiasmo.

Teo la miró con curiosidad. "¿Qué es, Sara? ¿Es un lugar de juegos con un montón de cosas para hacer?"

"¡Mejor! Es un bosque que sembramos con mis amigos del barrio. ¡Vení, vení!" exclamó ella, tirando de la mano de Teo.

Sara llevó a Teo a un parque que parecía un laberinto de árboles y plantas. Al entrar, el aire fresco llenó sus pulmones.

"¡Guau! ¡No puedo creer que esto esté aquí!" dijo Teo, mirando a su alrededor.

"El año pasado, decidimos plantar árboles porque queríamos un lugar fresco donde jugar. Pero luego descubrimos que hay mucho más."

Teo se detuvo y miró a su prima con una mezcla de asombro y curiosidad. "¿Más? ¿Cómo más?"

"Sí. Los árboles ayudan a purificar el aire, dan sombra, y son hogares para muchos animales. Además, nos ayudaron a hacer amigos, porque todos venimos aquí a cuidar el bosque."

Teo se imaginó a sí mismo trepando a las ramas de un árbol y jugando con muchos niños. La idea lo emocionaba. "¡Quiero ayudar!" gritó.

Sara lo guió hacia un rincón del bosque donde algunos niños estaban regando los pequeños árboles que habían sembrado. Con una sonrisa, les presentó:

"¡Chicos! Este es Teo, mi primo. Vino del campo y quiere ser parte de nuestra aventura."

Los niños aplaudieron y lo recibieron con alegría. Teo se unió a ellos, regando los árboles y escuchando las historias de cada uno. Al cabo de un rato, Sara propuso un juego:

"Hagamos una competencia. El primero que encuentre un pájaro en el bosque gana un premio: ¡puede elegir un árbol y ponerle el nombre que quiera!"

Mientras buscaban aves, Teo se dio cuenta de que había algo más especial en ese bosque. Veía cómo los árboles se movían suavemente con el viento y escuchaba el canto de los pájaros. Era como si el bosque le sonriera.

Después de algunos minutos, Teo se detuvo frente a un viejo árbol que le llamaba la atención. "¡Miren, miren!" gritó. "¡Un loro!" Todos se dieron vuelta emocionados.

"¡Ganaste, Teo! ¿Qué árbol elegís?" preguntó Sara, aún sin aliento.

Teo pensó en su hogar en el campo, donde una vez había encontrado un árbol que tenía más historia de la que podía contar.

"Elegiré este árbol enorme. Me parece fuerte y sabio, como el abuelo de mi papá que me contaba historias. ¡Voy a llamarlo ‘Abuelo Loro’!" dijo con determinación.

Los niños se rieron y aplaudieron.

Esa tarde, bajo el sol, Teo y Sara plantaron un cartel con el nombre nuevo del árbol. Pero antes de que sucediera, Teo tuvo una idea.

"¿Y si hacemos algo más? Cada vez que alguien venga al bosque, puede dejar una historia escrita en un papel y colgarla en este árbol. Así, Abuelo Loro siempre tendrá historias que contar!" propuso.

"¡Excelente idea, Teo!" respondieron todos a coro.

Días después, los niños reunieron sus cuentos y los colgaron en las ramas de Abuelo Loro. Teo se sintió parte de algo más grande, una conexión no solo con Sus amigos nuevos, sino también con el paisaje que los rodeaba. El bosque se convirtió en un lugar mágico de historias y risas.

"Gracias por mostrarme todo esto, Sara. Nunca pensé que un bosque pudiera ser tan especial," dijo Teo una noche mientras miraban las estrellas desde su ventana.

"Es solo el comienzo, primo. Vamos a cuidarlo siempre. ¡Aún hay mucho por hacer!" contestó Sara, sonriendo.

Así, Teo regresó al campo, pero esta vez, con un secreto: en el corazón de la ciudad había un bosque lleno de magia, amistad y aventuras que lo esperaban. Y la próxima vez que viniera, no solo sería un visitante, sería parte de su historia.

Y así, el bosque de Sara y Teo siguió creciendo, lleno de niños y sueños, ¡cultivando un futuro lleno de esperanza!

FIN.

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