El Bosque de Simón
Había una vez, en lo más profundo de la selva, un grupo de niños que vivían felices y libres.
Ellos eran conocidos como los "Niños de la Selva" porque habían aprendido a adaptarse y sobrevivir en ese hermoso pero imponente lugar. Un día soleado, mientras jugaban cerca del río, escucharon un ruido extraño proveniente del bosque. Todos se miraron con curiosidad y decidieron ir a investigar.
Sin embargo, al adentrarse cada vez más en el bosque, se dieron cuenta de que estaban perdidos. - ¡Ay caramba! ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Lucas, uno de los niños más valientes del grupo. - No te preocupes Lucas, encontraremos una solución - respondió Sofía con determinación.
Los niños caminaron durante horas sin rumbo fijo, buscando alguna señal o indicio que les permitiera regresar a casa. Pero cuanto más avanzaban, más confundidos se sentían. De repente, escucharon el sonido familiar de un mono parlanchín llamado Simón.
Este travieso mono era amigo de los Niños de la Selva y siempre estaba dispuesto a ayudarlos cuando tenían problemas. - ¡Hola amigos! Veo que están algo perdidos por aquí - dijo Simón con una sonrisa pícara en su rostro animal.
- Sí Simón, no sabemos cómo volver a casa - respondió Martina con tristeza en su voz. Simón se subió a un árbol cercano para tener una mejor vista del panorama y pensó rápidamente en una solución.
Observando detenidamente el entorno notó que a lo lejos había una montaña alta y escarpada. - ¡Ya sé qué hacer! - exclamó Simón emocionado - Si logramos llegar a la cima de esa montaña, podremos ver el camino de regreso a casa.
Los niños confiaron en Simón y comenzaron a seguirlo mientras trepaban por la empinada montaña. A medida que subían, se encontraron con diversos desafíos como troncos caídos y arbustos espinosos. Pero juntos, superaron cada obstáculo con valentía y determinación.
Finalmente, llegaron a la cima de la montaña. Desde allí pudieron ver claramente el camino de regreso a su hogar en la selva. Los niños estaban llenos de alegría y gratitud hacia Simón por guiarlos hasta allí.
- ¡Simón, eres el mejor amigo que podríamos tener! Gracias por ayudarnos - dijo Valentina abrazando al mono animal. - No hay de qué chicos, siempre estaré aquí para ustedes - respondió Simón orgulloso pero modesto.
Con las indicaciones de Simón frescas en sus mentes, los Niños de la Selva emprendieron el viaje de regreso a casa. Cada paso les recordaba lo importante que era trabajar juntos y confiar en los demás cuando enfrentaban dificultades.
Después de un largo pero emocionante camino, finalmente llegaron sanos y salvos al corazón de la selva donde vivían junto a sus familias. Todos celebraron su regreso con una gran fiesta llena de música, bailes y risas.
Desde ese día, los Niños de la Selva aprendieron a ser más cautelosos cuando exploraban lugares desconocidos. Pero también aprendieron que, incluso en los momentos más difíciles, siempre había alguien dispuesto a ayudarlos si se mantenían unidos y confiaban en sí mismos.
Y así, con el recuerdo de su aventura grabado en sus corazones, los Niños de la Selva continuaron creciendo y viviendo felices entre las maravillas de la selva que consideraban su hogar.
FIN.