El Bosque Dulce



Había una vez una niña llamada Clarita, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque.

Desde muy pequeña, Clarita tenía una gran pasión por la naturaleza y siempre encontraba la manera de pasar tiempo entre los árboles y las flores. Un día, mientras caminaba por el bosque, algo mágico sucedió: empezaron a caer gotas de caramelo del cielo.

Clarita se sorprendió tanto que no pudo evitar abrir la boca para intentar probar esos dulces regalos del cielo. ¡Y para su asombro, sabían delicioso! Desde ese momento, cada vez que llovían gotas de caramelo en el bosque, Clarita salía corriendo con la boca abierta para disfrutar de aquel manjar tan especial.

Su pelo rubio volaba entre los árboles mientras ella reía y saltaba de alegría. Pero pronto se enteró de que había un problema: las gotas de caramelo solo caían en su lugar favorito del bosque y no llegaban al resto del pueblo.

Esto entristeció a Clarita porque quería compartir esa felicidad con todos sus amigos. Decidida a encontrar una solución, Clarita decidió hablar con el viejo sabio del pueblo. El sabio era conocido por tener respuestas para todo tipo de problemas.

"Sabio" , le dijo Clarita con determinación,"¿cómo puedo hacer para que las gotas de caramelo caigan también en el resto del pueblo?"El sabio pensó por un momento y luego respondió: "Clarita, debes entender que la magia está dentro tuyo y es tu deber compartirla con los demás.

Las gotas de caramelo caen en el bosque porque ahí es donde te sientes más feliz y conectada con la naturaleza.

Pero si quieres que todos disfruten de ellas, debes encontrar una manera de llevar esa magia a otros lugares". Clarita se sintió inspirada por las palabras del sabio y decidió usar su creatividad para solucionar el problema. Comenzó a recolectar frascos vacíos y los llenaba con las gotas de caramelo que caían en el bosque.

Luego, Clarita emprendió un viaje por todo el pueblo, regalando los frascos llenos de dulces a cada persona que encontraba.

La gente quedaba maravillada al probar aquellos caramelos mágicos y pronto comenzaron a sentir la misma alegría que Clarita experimentaba en el bosque. El pueblo se llenó de risas y sonrisas gracias a la generosidad de Clarita. Todos empezaron a apreciar más la naturaleza y cuidarla como ella lo hacía.

Poco a poco, las gotas de caramelo comenzaron a caer también en otros lugares del pueblo, ya no solo en el bosque. La magia se expandió gracias al amor y la bondad que Clarita compartía con todos.

Desde ese día, cada vez que llovían gotas de caramelo, Clarita recordaba la importancia de compartir su felicidad con los demás. Y así siguió siendo una niña valiente y generosa, enseñando al mundo cómo convertir algo especial en una experiencia compartida para hacerlo aún más hermoso.

Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero nunca olvides compartir tu magia con el mundo, como lo hizo Clarita.

FIN.

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