El Bosque Encantado



Había una vez un niño llamado Bautista que vivía cerca de un hermoso bosque. Desde muy pequeño, Bautista siempre había sentido una gran conexión con la naturaleza y los animales.

Le encantaba pasar horas explorando el bosque y observando a las distintas especies que habitaban en él. Un día, mientras caminaba por el bosque, Bautista escuchó un extraño rumor proveniente de lo profundo del bosque. Se acercó sigilosamente para descubrir qué era aquel misterioso sonido.

Y allí, entre los árboles altos y frondosos, encontró una brillante pepita de oro. Bautista se quedó asombrado ante tal hallazgo y rápidamente comenzó a pensar en todo lo que podría hacer con ella.

Pero luego recordó su deseo más grande: darle voz a los animales del bosque. Pensó que si conseguía más oro, podría construir un dispositivo mágico capaz de traducir sus voces al lenguaje humano.

Lleno de emoción e ilusión, Bautista decidió buscar más oro en el bosque para poder cumplir su sueño. Durante días y noches enteras recorrió cada rincón del lugar en busca de aquellas valiosas pepitas doradas. Pasaron semanas y Bautista no encontraba más oro del que ya tenía.

Estaba desanimado y comenzaba a preguntarse si realmente lograría su objetivo. Sin embargo, nunca perdió la esperanza y continuó explorando con perseverancia. Un día, mientras buscaba incansablemente bajo las raíces de un viejo árbol caído, algo inesperado ocurrió.

Bautista encontró una pequeña caja de madera enterrada en la tierra. La abrió con cautela y quedó boquiabierto al descubrir que estaba llena de monedas de oro. "¡Increíble! ¡Lo logré!", exclamó Bautista emocionado.

Con aquellas monedas, Bautista pudo construir el dispositivo mágico que tanto deseaba. Era un aparato pequeño y brillante que permitía traducir las voces de los animales al lenguaje humano. Lleno de emoción, Bautista se adentró nuevamente en el bosque para probar su invento.

Se acercó a un grupo de pájaros posados en una rama y encendió el dispositivo. De repente, pudo escuchar claramente lo que decían:"¡Qué hermoso día para volar alto!", dijo uno de los pájaros.

Bautista sonrió maravillado al escuchar a los animales hablar. Siguió explorando el bosque y se encontró con conejos, ardillas e incluso con un zorro sabio. Pero entonces, algo inesperado ocurrió. Mientras hablaba con una familia de ciervos, escucharon unos ruidos provenientes del otro lado del bosque.

Eran cazadores furtivos que estaban acechando a los animales indefensos. Bautista sabía que tenía que hacer algo para proteger a sus amigos animales.

Con valentía y determinación, se dirigió hacia donde venían los ruidos y confrontó a los cazadores furtivos. "¡Deténganse! Los animales tienen voz y merecen vivir en paz", les gritó Bautista. Los cazadores, sorprendidos por la determinación del niño, decidieron dar un paso atrás y abandonar su cruel actividad.

Desde ese día, el bosque se convirtió en un lugar seguro para todos los animales que lo habitaban. Bautista se convirtió en el defensor de los animales y utilizó su dispositivo mágico para comunicarse con ellos y protegerlos de cualquier peligro.

Su valentía y amor por la naturaleza inspiraron a otros niños a cuidar y respetar a los animales. Y así, gracias al deseo de Bautista de darles voz a los animales, el bosque se llenó de armonía y felicidad.

Los animales nunca más estuvieron solos, porque sabían que tenían un amigo humano dispuesto a escucharlos y protegerlos siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!