El Bosque Encantado



En un pequeño pueblo en el corazón de Argentina, vivían Juana y su hermano Santiago. Un día, decidieron aventurarse en el espeso bosque que se encontraba al lado de su casa.

Mientras exploraban, encontraron una pequeña hada mágica con alas brillantes y una sonrisa radiante. - ¡Hola! Mi nombre es Luna, soy un hada mágica y puedo conceder un deseo a cada uno de ustedes – dijo el hada con entusiasmo.

Juana y Santiago se miraron emocionados, pensando en lo que podrían pedir. - Yo quiero que todos los árboles del bosque se llenen de caramelos – dijo Juana con una gran sonrisa. - Y yo quiero que todos los animales del bosque puedan hablar – agregó Santiago con emoción.

Con un destello de luz, Luna hizo que los deseos se hicieran realidad. Los árboles se llenaron de caramelos de colores y los animales comenzaron a hablar con voces amigables.

Todo parecía perfecto, hasta que los hermanos se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Los caramelos de los árboles empezaron a convertirse en insectos gigantes y los animales, en lugar de ser amigables, empezaron a causar problemas.

Juana y Santiago se dieron cuenta de que habían cometido un error al pedir deseos sin pensar en las consecuencias. Con valentía, buscaron a Luna y le contaron lo que había sucedido. - Lo siento mucho, no pensé en las posibles consecuencias de conceder esos deseos sin parar a pensarlo.

Pero no te preocupes, puedo ayudar a solucionar esto – dijo Luna con tristeza en sus ojos. Con un gesto de su varita mágica, hizo que todo volviera a la normalidad.

Juana y Santiago aprendieron la lección de que los deseos deben ser considerados y que no todo es lo que parece. Agradecidos, regresaron a su casa con una nueva perspectiva y un gran aprendizaje.

FIN.

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