El Bosque Encantado
Había una vez, en un pequeño pueblo al borde de un vasto bosque, una niña llamada Clara. Desde pequeña, Clara había escuchado historias sobre el Bosque Encantado, un lugar mágico lleno de criaturas asombrosas y aventuras inesperadas. Un día, decidió que era hora de descubrirlo por sí misma.
Clara se despidió de su madre y, con una pequeña mochila llena de galletas y una linterna, se adentró en el bosque. A medida que caminaba, los árboles comenzaron a susurrar entre ellos, y el sol se colaba a través de las hojas creando un espectáculo de luces.
De pronto, una ardilla muy curiosa apareció frente a ella.
"Hola, pequeña! Soy Lía, la ardilla del Bosque Encantado. ¿Qué te trae por aquí?"
"Hola, Lía. Estoy explorando el bosque. Siempre he querido ver lo que hay dentro de él," respondió Clara, emocionada.
"Ah, pero este bosque tiene muchas sorpresas. ¡Ven, te mostraré!" Lía dijo, guiándola por un sendero cubierto de flores de colores brillantes.
Mientras caminaban, se encontraron con un grupo de animales que estaban debatiendo muy acaloradamente. Era un conejo, un zorro y un búho.
"¿Qué pasa?" preguntó Clara.
"Estamos discutiendo sobre quién puede hacer el mejor sonido del bosque. No hemos podido ponernos de acuerdo y estamos estancados," dijo el conejo, un poco frustrado.
Lía se acercó con una chispa en sus ojos.
"¿Por qué no hacemos una competencia? Clara podría ser la jueza. ¿Qué te parece, Clara?"
"¡Me encantaría!" Clara sonrió, feliz de ser parte de algo tan divertido.
Así que los animales comenzaron a mostrar sus habilidades. El conejo hizo un sonido de tamborileo con sus patas, el zorro hizo un aullido que retumbó entre los árboles, y el búho emitió un ulular suave que encantó a todos. Clara aplaudió después de las actuaciones.
"¡Son todos increíbles! Pero creo que el sonido más bonito es el de todos juntos. Cada uno aporta algo único."
Los animales se miraron entre sí, pensativos.
"Nunca lo había visto de esa manera," dijo el zorro. "Tal vez deberíamos trabajar juntos en lugar de competir."
"¡Eso sería más divertido!" exclamó el conejo.
Y así, los animales comenzaron a ensayar una canción que celebraba la diversidad del bosque. Clara se unió a ellos, disfrutando cada momento. Sin embargo, de repente, el cielo se oscureció.
"¿Qué está pasando?" preguntó Clara, mirando hacia arriba nerviosa.
"Es el Dragón de Nubes. A veces se enoja y cubre el sol. No tenemos que asustarnos, pero debemos encontrar una manera de calmarlo," explicó el búho.
Clara recordó una historia que su abuela le había contado sobre el poder de la música.
"¡Podemos tocar nuestra canción! Tal vez la música lo haga sentir mejor," propuso Clara.
"Es una gran idea," dijo Lía. "¡Vamos a hacerlo!"
Los animales se unieron a Clara y, juntos, comenzaron a tocar. El sonido de la música se elevó por el aire y el Dragón de Nubes comenzó a moverse, curioso.
"¡Ya se va!" gritó el conejo.
La música fue tan hermosa que el dragón, que solía ser solitario, decidió unirse a la diversión. Apareció una impresionante figura, moviéndose suavemente entre las nubes, respingando en armonía con la melodía.
"¿Qué es esto? Nunca había escuchado algo tan lindo. Me alegra que me hayan llamado a participar," dijo el Dragón de Nubes, sus ojos brillaban.
Todos los animales, junto con Clara, sonrieron y terminaron la actuación con un gran aplauso. Desde ese día, el Dragón de Nubes se convirtió en un amigo del bosque y cada vez que Clara visitaba, siempre era recibida con alegría.
Clara regresó a su hogar, su corazón lleno de amor, amistad y música. Aprendió que la unidad y el respeto por las diferencias son esenciales, y que siempre se pueden encontrar soluciones a los problemas cuando trabajas en equipo. ¡Y así, el Bosque Encantado no solo se convirtió en un lugar de aventuras, sino también en un emblemático símbolo de unión y amistad en la comunidad!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.