El bosque encantado



Había una vez un niño llamado Sans, que era muy travieso y siempre desobedecía a su mamá. Un día, mientras jugaba en el jardín, Sans vio un camino que llevaba hacia un bosque misterioso.

A pesar de las advertencias de su mamá de no aventurarse allí, la curiosidad se apoderó de él y decidió explorar lo desconocido. Sans caminó por el sendero del bosque hasta que se dio cuenta de que estaba perdido.

El sol comenzaba a ocultarse entre los árboles y la oscuridad se apoderaba del lugar. De repente, escuchó ruidos extraños provenientes de los arbustos y vio sombras moviéndose entre ellos.

Asustado, Sans comenzó a correr para escapar de aquellos monstruos que habitaban el bosque. Pero cuanto más corría, más cerca parecían estar los monstruos. Estaba tan asustado que tropezó con una piedra y cayó al suelo. En ese momento apareció un pequeño hada llamada Lucinda.

Ella había estado observando a Sans desde lejos y decidió ayudarlo. Con una voz dulce le dijo: "¡Tranquilo! No tienes nada qué temer si te comportas como un niño bueno".

Sans miró sorprendido al hada Lucinda y preguntó: "-¿Un niño bueno? ¿Cómo puedo serlo?"Lucinda sonrió y respondió: "-Siempre debes escuchar a tu mamá, obedecer sus consejos y hacerle caso cuando te pide algo. "Sans reflexionó sobre las palabras del hada Lucinda mientras ella lo guiaba por un camino seguro de regreso a casa.

Durante el trayecto, Lucinda le contó historias sobre niños que habían aprendido importantes lecciones al hacer el bien.

Al llegar a su hogar, Sans se disculpó con su mamá por haberla desobedecido y prometió ser un niño bueno a partir de ese momento. Su mamá lo abrazó y le dijo lo orgullosa que estaba de él por reconocer sus errores. A partir de aquel día, Sans se convirtió en un niño responsable y amable.

Ayudaba en casa, compartía con sus amigos y siempre escuchaba los consejos de su mamá. Descubrió que ser un niño bueno no solo era gratificante para los demás, sino también para sí mismo.

Con el tiempo, Sans se dio cuenta de que la vida era mucho más feliz cuando actuaba correctamente y trataba a los demás con bondad. Agradeció profundamente la ayuda del hada Lucinda y decidió convertirse en un defensor del bien en su comunidad.

Y así, gracias al consejo del hada Lucinda, Sans aprendió una valiosa lección: ser un niño bueno no solo es importante para uno mismo, sino también para hacer del mundo un lugar mejor.

Desde entonces, vivió cada día siendo amable con todos a su alrededor y nunca olvidando las palabras mágicas del hada: "¡Sé siempre un niño bueno!"

FIN.

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