El bosque encantado



Había una vez una joven llamada Lana, quien siempre había sentido curiosidad por el bosque que rodeaba su pequeño pueblo. Un día, decidió aventurarse en lo desconocido y adentrarse en el espeso follaje.

Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, Lana comenzó a escuchar risas extrañas y susurros misteriosos. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que había llegado a un pueblo solitario y abandonado.

Pero algo no estaba del todo bien; las personas que habitaban allí parecían raras y diferentes. Una mujer tenía la piel azul como un lago cristalino, mientras que un hombre tenía orejas puntiagudas como las de un elfo.

Había otro individuo con una sonrisa tan grande que casi tocaba sus orejas. Estas personas eran únicas y fascinantes, pero también le daban mucho miedo a Lana. Lana intentó acercarse para hablar con ellos, pero cada vez que lo hacía, desaparecían como humo ante sus ojos.

Esto la confundió aún más y comenzó a asustarse cada vez más. No entendía qué estaba pasando ni por qué estas personas se desvanecían frente a ella.

Un día, cuando Lana estaba sentada bajo un árbol llorando de frustración y miedo, apareció una mariposa brillante frente a ella. La mariposa parecía tener algo especial: emitía una luz cálida y tranquilizadora. La mariposa habló suavemente: "Lana, no tengas miedo.

Las personas que ves en este pueblo solo existen en tu imaginación". Lana se sorprendió al escuchar a la mariposa hablar, pero decidió escucharla. "¿Qué quieres decir?", preguntó Lana con curiosidad y temor. La mariposa explicó: "Cada persona que ves en este pueblo es una parte de ti misma.

Son tus miedos, tus sueños y tu imaginación manifestándose ante ti. No debes tenerles miedo, porque son solo eso: una parte de ti". Lana reflexionó sobre las palabras de la mariposa.

Comenzó a darse cuenta de que estos personajes extraños no eran peligrosos ni malintencionados; simplemente eran proyecciones de su propia mente. Con cada nueva comprensión, los personajes del pueblo dejaron de asustarle tanto.

A medida que Lana enfrentaba sus miedos uno por uno, los personajes se volvían más amigables y menos amenazantes. Finalmente, llegó el día en que todos los personajes del pueblo se reunieron frente a ella en forma humana.

La mujer con piel azul le sonrió cálidamente, el hombre con orejas puntiagudas le extendió la mano en señal de amistad y el individuo con la gran sonrisa dijo: "-Gracias por aceptarnos".

Lana sonrió y respondió: "-¡No hay nada que agradecer! Descubrí que ustedes son parte de mí y ahora sé cómo enfrentar mis miedos". A partir de ese momento, Lana aprendió a abrazar su imaginación y aceptar todas las partes de sí misma. Se dio cuenta de que todos tenemos nuestras peculiaridades y eso es lo que nos hace únicos.

Además, entendió la importancia de enfrentar los miedos en lugar de huir de ellos. Desde aquel día, Lana se convirtió en una persona valiente y creativa.

Siempre recordó a los habitantes del pueblo imaginario como un recordatorio de que cada uno tiene su propia historia y belleza interna. Y así, con su nueva confianza y sabiduría, Lana siguió explorando el bosque y descubriendo maravillas aún más asombrosas.

FIN.

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