El bosque encantado


Había una vez una niña llamada Greta, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Greta era una niña curiosa y aventurera, siempre buscando nuevas experiencias y aprendiendo cosas nuevas.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, la abuela de Greta apareció con una sonrisa en su rostro. La abuela era una mujer sabia y amorosa, a quien a Greta le encantaba pasar tiempo con ella.

"¡Hola querida! ¿Te gustaría ir de paseo conmigo hoy?"- preguntó la abuela. Greta saltó emocionada y aceptó sin dudarlo. Juntas se prepararon para el paseo, empacaron algunas meriendas y se dirigieron hacia el bosque cercano.

Mientras caminaban por el sendero, la abuela comenzó a contarle historias sobre la naturaleza y los animales que vivían allí. "¿Sabías que los árboles pueden comunicarse entre sí?"- dijo la abuela mientras señalaba un grupo de árboles altos y frondosos.

"Se ayudan unos a otros enviándose nutrientes a través de sus raíces". Greta quedó asombrada ante esta revelación. Nunca había pensado que los árboles pudieran tener conversaciones secretas bajo tierra. A partir de ese momento, miraba los árboles con admiración y respeto.

Continuaron caminando hasta llegar a un hermoso río cristalino. La abuela le enseñó cómo lanzar piedras al agua para hacer pequeños saltos. Pasaron horas divirtiéndose y riendo juntas. "La naturaleza tiene muchas maravillas por descubrir, Greta.

Pero también es importante cuidarla y protegerla"- dijo la abuela mientras recogían los restos de su merienda. "Cada pequeña acción que hagamos puede marcar la diferencia".

Greta asintió con la cabeza y prometió a su abuela que haría todo lo posible para cuidar el medio ambiente. Desde ese día, comenzó a reagarrar basura en el parque cercano a su casa y a apagar las luces cuando no las necesitaba.

De repente, mientras caminaban de regreso al pueblo, escucharon un ruido extraño proveniente del bosque. Se acercaron sigilosamente para investigar y encontraron un pajarito atrapado en una red abandonada. Greta se sintió triste al ver al pajarito luchando por liberarse.

Sin dudarlo, sacó unas tijeras de su mochila y cortó cuidadosamente la red hasta que el pajarito pudo volar libremente otra vez. El pajarito revoloteó felizmente sobre sus cabezas como si les estuviera dando las gracias antes de desaparecer entre los árboles.

"¡Qué valiente eres, Greta! Siempre dispuesta a ayudar a quienes más lo necesitan"- dijo la abuela orgullosa. "Recuerda siempre ser amable con todos los seres vivos". Con una sonrisa en sus rostros, Greta y su abuela regresaron al pueblo tomadas de la mano.

Aquel día había sido especial y lleno de enseñanzas para Greta. Aprendió sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y de ser amable con todos los seres vivos. Desde entonces, Greta se convirtió en una defensora apasionada del medio ambiente.

Organizaba limpiezas comunitarias, plantaba árboles y enseñaba a otros niños sobre la importancia de cuidar nuestro planeta.

Y así, gracias a su abuela y a aquel paseo inolvidable, Greta descubrió que cada uno de nosotros puede marcar la diferencia y hacer del mundo un lugar mejor.

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