El bosque encantado



En aquel bosque mágico vivían también otros animales, como el sabio búho y la tranquila tortuga. Ellos observaban a los demás con paciencia y sabiduría, pero se preocupaban por el comportamiento tan inquieto de sus amigos.

Un día, mientras el zorro hablaba sin cesar sobre sus aventuras imaginarias, el pájaro cantaba una canción desafinada y el conejo corría frenéticamente en círculos, la tortuga decidió tomar cartas en el asunto.

"Amigos -dijo la tortuga con su voz calmada-, ¿no creen que sería bueno encontrar un equilibrio en nuestras vidas? Parece que siempre estamos corriendo de un lado a otro sin detenernos a disfrutar del momento".

El zorro levantó una ceja y preguntó curioso: "¿A qué te refieres con equilibrio, tortuga?"La tortuga sonrió y respondió: "El equilibrio es cuando logramos tener tiempo para hablar, tiempo para escuchar; tiempo para cantar, tiempo para callar; tiempo para correr, tiempo para descansar. Así podemos disfrutar más de cada experiencia".

Los animales se miraron entre sí pensativos. Nunca antes habían considerado esa idea. Decidieron seguir el consejo de la tortuga y comenzaron a practicar ese nuevo estilo de vida.

El zorro aprendió a escuchar con atención las historias de los demás antes de contar las suyas propias. Descubrió que así podía conocer más sobre ellos y fortalecer sus amistades. El pájaro entendió que no siempre era necesario cantar tan fuerte todo el tiempo.

Aprendió a cantar melodías suaves y relajantes, que llenaban de calma el bosque y permitían a los demás disfrutar de su música sin sobresaltarse. El conejo, por su parte, comprendió que correr sin descanso no le daba oportunidad de apreciar la belleza del bosque.

Decidió tomar pausas para observar las flores, escuchar el canto de los pájaros y disfrutar del sol en su pelaje. Con el pasar del tiempo, aquel grupo de animales curiosos encontró un equilibrio en sus vidas.

El zorro aprendió a ser más paciente y empático, el pájaro se convirtió en un gran músico con canciones que alegraban los corazones de todos, y el conejo descubrió la felicidad en cada pequeño detalle.

El sabio búho sonrió al ver cómo sus amigos habían cambiado. Sabía que la tortuga había sido una gran guía para ellos. Juntos formaron una comunidad armoniosa en ese mágico bosque, donde cada animal tenía su espacio y tiempo para brillar.

Y así, gracias al consejo de la tortuga sobre encontrar el equilibrio en sus vidas, aquel grupo de animales vivió felices por siempre jamás en ese bosque encantado. Fin.

FIN.

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