El bosque encantado


Thiago, un niño valiente y decidido, se levantó una mañana y encontró a su padre enfermo en la cama. Su rostro estaba pálido y tenía fiebre alta.

Thiago sabía que tenía que hacer algo para ayudar a su papá, así que decidió ir en busca de la cura. Sin perder tiempo, Thiago se adentró en el oscuro bosque cercano a su casa. Mientras caminaba entre los árboles altos y frondosos, escuchó un ruido extraño.

Se detuvo y miró alrededor hasta que vio a un majestuoso búho posado sobre una rama.

-Búho -dijo Thiago con voz temblorosa-, ¿este bosque es del mal? El búho parpadeó sus grandes ojos amarillos y respondió con calma: - No todos los lugares oscuros son malos, pequeño Thiago. Este bosque tiene secretos maravillosos si sabes buscarlos. Intrigado por las palabras del búho, Thiago decidió confiar en él y seguir adelante.

El búho le indicó un camino lleno de flores coloridas y cascadas cristalinas donde debía encontrar la primera parte de la cura: raíces mágicas. Thiago siguió las instrucciones del búho e hizo una mezcla especial con las raíces mágicas.

Con cuidado, regresó a casa e hizo que su padre bebiera el brebaje. Para sorpresa de ambos, la fiebre comenzó a disminuir rápidamente. Animado por este éxito parcial, Thiago volvió al bosque para buscar la siguiente parte de la cura.

Esta vez, el búho lo guió hacia una cueva oscura y misteriosa donde se encontraba un manantial sagrado. El agua de este manantial tenía poderes curativos. Thiago llenó una botella con el agua del manantial y corrió a casa para dársela a su padre.

Al beberla, su papá comenzó a sentirse más fuerte y con energía renovada. Emocionado por los resultados obtenidos hasta ahora, Thiago regresó al bosque en busca de la última parte de la cura.

El búho lo condujo hacia un árbol antiguo que brillaba con una luz especial. En sus ramas había hojas doradas que tenían propiedades curativas. Con cuidado, Thiago recolectó algunas hojas doradas y las llevó rápidamente a casa.

Hizo una infusión con ellas y se la dio a su padre para beberla. A medida que su papá bebía la infusión, Thiago pudo ver cómo el color volvía a sus mejillas y cómo recuperaba su vitalidad perdida.

Lleno de alegría, Thiago abrazó a su padre mientras le contaba sobre todas las aventuras vividas en el bosque junto al sabio búho. Desde ese día, Thiago comprendió que no siempre hay que temerle a lo desconocido ni juzgarlo como malo sin antes haberlo experimentado.

Aprendió que dentro de los lugares oscuros también pueden esconderse cosas maravillosas y valiosas. Gracias al valor y determinación de Thiago, su padre se recuperó por completo. Juntos apreciaron cada momento, fortalecieron su vínculo y compartieron la sabiduría de lo vivido en el bosque.

Y así, Thiago se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo, demostrándoles que con valentía y perseverancia pueden superar cualquier obstáculo y encontrar soluciones inesperadas.

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