El bosque encantado
Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en la hermosa sierra peruana. Desde pequeño, Mateo tenía una conexión especial con la naturaleza.
Pasaba sus días explorando el campo, jugando con los animales y aprendiendo sobre las plantas. Mateo tenía un perro llamado Chispa, quien siempre lo acompañaba en todas sus aventuras. Juntos corrían por los prados verdes y se divertían hasta el cansancio.
Pero algo extraño comenzó a suceder cuando Mateo empezó a ir al colegio. Un día, mientras estaba sentado en clase, Mateo se sintió triste y desanimado. No entendía por qué debía quedarse quieto durante tanto tiempo cuando él estaba acostumbrado a moverse y explorar el mundo que lo rodeaba.
Al terminar la jornada escolar, Mateo le contó a Chispa cómo se sentía: "-Chispa, hoy me pasé todo el día sentado en clase y no pude jugar ni correr como solíamos hacerlo antes. Me siento atrapado.
"Chispa levantó sus orejas atentamente y ladró de manera amigable como si entendiera lo que Mateo le decía. Esa noche, mientras todos dormían en casa, Chispa tuvo una idea brillante para ayudar a su amigo.
Decidió llevarlo al bosque mágico que había cerca del pueblo. A la mañana siguiente, muy temprano antes de ir al colegio, Chispa condujo a Mateo hacia el bosque secreto.
Al llegar allí, vieron árboles gigantes que parecían tocar el cielo y flores coloridas que llenaban el aire con su dulce aroma. "-Chispa, esto es maravilloso", exclamó Mateo emocionado. "-Aquí puedo correr y jugar libremente". Mateo pasaba cada tarde explorando el bosque mágico junto a Chispa.
Aprendió sobre las diferentes especies de árboles, plantas y animales que habitaban allí. Descubrió cómo cuidarlos y respetarlos. Un día, mientras caminaban por un sendero del bosque, Mateo encontró un pequeño arbusto triste y marchito. Se agachó para examinarlo y notó que necesitaba agua y cuidados.
Con todo su amor por la naturaleza, Mateo decidió llevar al arbusto a casa para darle los cuidados que necesitaba. Lo colocó en una maceta junto a su ventana, donde recibiría luz solar todos los días.
Dedicó tiempo a regarlo todos los días y pronto el arbusto comenzó a florecer hermosas flores rosadas. El niño estaba tan feliz de haber salvado esa planta que decidió convertirse en un protector de la naturaleza.
Desde ese día, Mateo se convirtió en el líder del club ecológico de su colegio. Enseñaba a sus compañeros la importancia de cuidar el medio ambiente y cómo cada uno podía hacer una diferencia.
El club empezó a organizar limpiezas en el pueblo, plantaron árboles nuevos e incluso construyeron un huerto escolar donde cultivaban sus propias verduras. Gracias al amor por la naturaleza que llevaba en su corazón desde pequeño, Mateo logró superar su tristeza en el colegio.
Se dio cuenta de que, aunque tuviera que sentarse en clase, podía hacer la diferencia cuidando y protegiendo el mundo exterior. Y así, Mateo se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.
Su amor por la naturaleza inspiró a otros a conectarse con el entorno y a cuidar de él.
Desde entonces, cada vez que Mateo se sentaba en clase, recordaba las aventuras vividas junto a Chispa en el bosque mágico y sonreía sabiendo que su misión era proteger y amar la naturaleza para siempre. Y colorín colorado, esta historia llena de enseñanzas ha terminado.
FIN.