El bosque encantado de Alex
Había una vez un niño llamado Alex que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque.
Un día, decidió aventurarse más allá de los límites del pueblo y adentrarse en el misterioso bosque que siempre lo había intrigado. Con su mochila llena de provisiones y su linterna en mano, Alex comenzó su travesía por el frondoso bosque. Los árboles altos y tupidos parecían susurrarle secretos antiguos mientras él avanzaba entre helechos y rocas cubiertas de musgo.
El sol poco a poco se ocultaba detrás de las copas de los árboles, y Alex se dio cuenta de que se estaba adentrando cada vez más en la oscuridad del bosque.
Aunque sentía un poco de miedo, su curiosidad era más fuerte y decidió seguir adelante. De repente, escuchó un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Intrigado, se acercó con cuidado y descubrió a un zorrito atrapado entre las ramas.
El animalito lo miraba con ojos suplicantes, pidiendo ayuda. Sin dudarlo, Alex liberó al zorrito con cuidado y este, agradecido, comenzó a guiarlo por un estrecho sendero lleno de flores silvestres.
Juntos cruzaron arroyos cristalinos y escalaron colinas cubiertas de helechos hasta llegar a un claro iluminado por la luz plateada de la luna. Allí, el zorrito le mostró a Alex una cueva llena de cristales brillantes que parecían estrellas atrapadas bajo tierra.
Fascinado por la belleza del lugar, Alex decidió explorar más a fondo y descubrió inscripciones antiguas en las paredes que hablaban sobre la importancia de proteger la naturaleza. "¡Mira esto! Parece ser un mensaje muy importante", exclamó emocionado Alex.
El zorrito asintió con complicidad y juntos pasaron horas observando cada detalle de la cueva mágica. Al amanecer, decidieron regresar al pueblo llevando consigo no solo recuerdos inolvidables, sino también el compromiso de cuidar y respetar la naturaleza.
Desde ese día, Alex se convirtió en el guardián del bosque y contaba a todos en el pueblo sobre su increíble aventura junto al zorrito sabio. Y así, inspirados por su historia, todos aprendieron la importancia de conservar el equilibrio natural para las generaciones futuras. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
Que sirva como recordatorio, de cuidar nuestro tesoro diario: la naturaleza en todo esplendor, merece amor y protección con honor.
FIN.