El Bosque Encantado de Amistad
Había una vez en un bosque encantado un lugar lleno de magia, donde los árboles susurraban secretos y los ríos cantaban melodías suaves. Todos los animales, desde el más pequeño ratón hasta el más fuerte ciervo, vivían en armonía. Pero había un pequeño problema: todos los animales tenían un miedo especial a la Gran Montaña, un majestuoso pico donde se decía que habitaba un dragón que guardaba el tesoro más deseado del bosque, una gema que podía conceder un deseo a quien la poseyera.
Un día, mientras los animales se reunían por la tarde para contar historias, la pequeña ardilla Lila, llena de curiosidad, rompió el silencio.
"¿Por qué todos le tienen tanto miedo a la Gran Montaña?" - preguntó Lila, moviendo su colita inquieta.
El sabio búho, Don Ciriaco, respondió con voz profunda:
"El dragón no es el problema, Lila. Es el miedo que tienen los demás. Al final, todo es cuestión de valentía y amistad."
Lila, emocionada, decidió que iba a demostrarles a todos que no había razón para temer. Un par de días después, se acercó a sus amigos, el conejo Toto y la tortuga Sofía, y les propuso una aventura.
"¡Vamos a la Gran Montaña! Tal vez sea solo un mito el dragón, o tal vez encontremos esa gema mágica" - exclamó.
Toto, que siempre había sido un poco miedoso, dudó:
"Pero ¿y si el dragón es real? ¿Qué vamos a hacer?"
Sofía, con su voz calmada, dijo:
"A veces es bueno enfrentar nuestros miedos, Toto. Si estamos juntos, seguro todo saldrá bien."
Finalmente, los tres amigos se embarcaron en su aventura. Al principio, el camino era difícil; tenían que cruzar un arroyo y evitar un espeso matorral. Pero se ayudaron mutuamente, y cada vez que uno sentía miedo, los demás lo alentaban. Lila, con su energía, daba saltitos mientras Toto se esforzaba por mantener el paso y Sofía, aunque lenta, nunca se quedaba atrás.
Luego de un largo día de caminata, llegaron a la base de la Gran Montaña y, sobrecogidos, vieron que la cima estaba cubierta de nubes. De repente, un estruendo resonó, y todos miraron hacia arriba con ojos grandes y asustados. Sintieron que algo se movía.
"¡Es el dragón!" - gritó Toto, temblando.
Pero Lila salió adelante y dijo:
"¡Esperen! No podemos juzgar sin saber. Me acercaré, ¡me acompañan!"
Con el corazón palpitante, los tres se acercaron a la cima. Cuando llegaron a un claro, ante ellos apareció una figura enorme, pero para su sorpresa, el dragón no era aterrador. Tenía escamas del color de la esmeralda y ojos brillantes como estrellas. La criatura los miró con curiosidad y dijo:
"¿Qué hacen aquí, pequeños? No suelen venir animales del bosque."
Lila, sin inmutarse, respondió:
"Vinimos a ver si es verdad lo de la gema que concede deseos y a conocerte. No queremos temerte, solo queríamos ser valientes."
El dragón, divertido por la valentía de los pequeños, sonrió y dijo:
"No hay necesidad de miedo, amigos. La gema no es para deseos egoístas, sino para ayudar. La usaré si el bosque alguna vez enfrenta un gran peligro. Pero lo que realmente aprecio son las amistades que me traen."
Los amigos se sintieron aliviados y encantados al conocer al dragón, quien no solo era un guardián, sino un protector del bosque que estaba muy solo. Entonces, Lila, Toto y Sofía decidieron no solo volver a casa, sino llevar a su nuevo amigo al bosque.
"¡Vamos, dragón! ¡Tú puedes ser parte de nuestra comunidad!" - gritó Lila, emocionada.
El dragón, sorprendido, aceptó y voló por sobre el bosque con los tres amigos en su lomo. Al llegar, todos los animales miraron atónitos mientras el dragón aterrizaba.
A partir de ese día, el dragón se convirtió en un miembro querido de la comunidad, y los animales nunca más temieron a la Gran Montaña. Habían aprendido que los dragones, al igual que sus miedos, a veces son solo una historia que lleva tiempo para conocer. Y lo más importante, que la valentía y la amistad pueden superar cualquier obstáculo.
Y así, el bosque encantado siguió lleno de risas, aventuras y una gran nueva amistad entre el dragón y los habitantes del bosque.
FIN.