El bosque encantado de Juana y Tomás



Había una vez en un bosque encantado, una bruja llamada Juana que poseía un caldero mágico y un gato muy astuto llamado Tomás.

Juana era conocida por su bondad y sabiduría, siempre ayudando a quien lo necesitara con sus hechizos benevolentes. Una mañana, mientras Juana preparaba una poción especial para curar a los animalitos del bosque de sus dolencias, escuchó un llanto desgarrador proveniente de lo profundo del bosque.

Sin dudarlo, tomó su caldero mágico y se apresuró a investigar junto a Tomás. Al adentrarse en el espeso bosque, se encontraron con un pequeño duendecillo atrapado en una red tendida por cazadores furtivos. El duendecillo les contó entre sollozos que querían venderlo como mascota exótica.

Juana no toleraba la injusticia hacia las criaturas mágicas, así que decidió liberarlo con un hechizo de desvanecimiento.

El duendecillo, agradecido, les advirtió sobre un peligro inminente que acechaba al bosque: un dragón malvado estaba causando estragos y sembrando el temor entre los habitantes del lugar. Juana sabía que debían actuar rápido para proteger a todos los seres del bosque. Decididos a detener al dragón, Juana y Tomás emprendieron su búsqueda siguiendo las huellas de fuego dejadas por la bestia.

Finalmente llegaron a la cueva donde habitaba el temible dragón. Con valentía e ingenio, Juana ideó un plan para engañar al dragón y encerrarlo en su propio fuego mágico.

"¡Tomás, toma esta cuerda y corre alrededor del dragón velozmente! ¡Yo me encargaré del resto!" -ordenó Juana mientras concentraba todo su poder en lanzar el hechizo definitivo. Gracias a la rapidez de Tomás y la magia de Juana, lograron atrapar al dragón en su propia trampa ardiente.

El bosque volvió a estar seguro gracias al coraje y astucia de la bruja y su fiel compañero felino. A partir de ese día, Juana se convirtió en la protectora oficial del bosque junto con Tomás.

Todos los habitantes animales acudían a ella en busca de ayuda o consejo sabiendo que siempre encontrarían comprensión y amparo bajo su tutela mágica.

Y así, entre pociones curativas y hechizos benevolentes, la bruja Juana enseñaba importantes lecciones sobre solidaridad, valentía y respeto hacia todas las criaturas vivientes del mundo mágico. Juntos formaban un equipo inseparable dispuesto a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino hacia la paz y armonía del bosque encantado.

FIN.

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